Crisis económica

La clase política por Ramón Sarmiento

Es curioso que la denominación de «clase» para referirse a los políticos no aparezca registrada ni en el Diccionario de la RAE ni en el de María Moliner junto a otras como clase social o clases pasivas. La utiliza el CIS en el barómetro de opinión como equivalente de partidos políticos.

La Razón
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Y no parece un uso muy acertado. Coloquialmente, no remite a categoría, calidad o condición, como cabría esperar, sino a casta: «grupo constituido por los individuos de cierta clase, profesión, etc., que disfrutan privilegios especiales o se mantienen aparte y como superiores a los demás». No es de extrañar, pues, que los españoles identifiquen «la clase política, los partidos políticos» como el tercer problema por detrás del « paro» (primero) y los «problemas de índole económico» (segundo en la lista).

La clase «business»
Ahora bien, el problema no son los partidos políticos, esenciales para la democracia, sino el uso que algunas personas hacen de la función pública en un momento de austeridad general. Esta desafección de los ciudadanos hacia la clase política viene propiciada, en gran medida, por el drama personal del paro; por la rebaja del sueldo de los funcionarios y su congelación; por el retraso de la jubilación a los 67 años a partir de 2013; por la congelación de las pensiones para ahorrar 1.500 millones después de haber malgastado 15.000 en aceras, parques y jardines. Quizás se pretendió con ello ampliar las aceras en las proximidades de los INEM para hacer más soportable la espera. En esta situación de crisis, no caben concesiones ni a tirios ni a troyanos si el programa aplicable es de austeridad: disciplina, rigor, severidad. Lo cual no incluye viajes en «business class».