Génova
Rajoy pide a sus barones que «vendan» ahorro
La imagen manda en la sociedad de la información actual y la foto de familia de Mariano Rajoy con todo su nuevo poder autonómico tras el 22-M tiene tanta fuerza o más que el contenido del almuerzo de trabajo que hoy celebrarán a mediodía en Madrid.
La reunión la ha convocado la secretaria general y presidenta electa de Castilla-La Mancha, María Dolores de Cospedal, con varios puntos en el orden del día. Entre ellos, hacer balance de los resultados y analizar los pactos postelectorales. El capítulo de más enjundia política es el estudio de cómo empezar a vender ante la opinión pública las medidas de ajuste que los dirigentes territoriales tendrán que aplicar después de la campaña electoral: su concreción al detalle quedará pendiente para otra reunión. No está previsto que salga ningún documento.
El PP tiene que equilibrar esos obligados ajustes regionales, que se han ido retrasando hasta después de la cita con las urnas, con un discurso nacional construido sobre el principio de la austeridad, el ahorro y el control del gasto público. Con una línea roja infranqueable, la de no hacer ningún recorte del gasto social, ni en Sanidad ni en Educación ni en ninguna partida que se pueda enmarcar bajo ese concepto.
Pero el lío autonómico y local sigue creciendo y Rajoy ya era consciente del tamaño del problema antes de que ayer la vicepresidenta, Elena Salgado, oficializase las últimas cifras del drama. Más de 5 millones de déficit de las comunidades autónomas, con notables incrementos de gastos por las elecciones autonómicas y municipales. Hay analistas que han estimado que la deuda oculta puede ascender a casi 27.000 millones de euros y este toro, con la vista puesta en el gobierno de la Nación, Rajoy no puede lidiarlo solo con las auditorías de las comunidades y ayuntamientos hasta ahora socialistas. Ésa es la primera y única medida que ha anunciado tras el 22-M. Una vez puesto el parche, que justificará las decisiones más duras que traiga el futuro, hoy de momento Rajoy y sus barones se quedarán en las líneas básicas de un plan de ahorro en positivo, que afecta desde a altos cargos, asesores, empresas públicas...
Es decir, que de nuevo pondrán negro sobre blanco algunas de las propuestas que ya utilizaron como herramienta electoral en la campaña. Rajoy tiene por delante el reto de conseguir que su discurso nacional no chirríe con la gestión territorial de algunos de sus dirigentes, valga el caso del Ayuntamiento de Madrid. Y es que una de las partidas que librarán socialistas y populares en la batalla por las generales será la que afecta a cómo cuadrar el circulo del objetivo de déficit impuesto por la UE con las cifras de crecimiento y de empleo que siguen determinando nuestra economía. De hecho, en Génova tienen asumido que el PSOE volverá a agitar el voto del miedo en base a la teoría de los recortes sociales que supuestamente impondrá Rajoy si llega a La Moncloa. De ahí que el PP dé mucha importancia a su gestión autonómica y local a fin de que no «tropiecen» en piedras que sirvan a los socialistas para alimentar su «propaganda».
Eso exige combinar el discurso de la austeridad con los guiños a las clases más perjudicadas por los recortes del Gobierno. Ayer, la portavoz Soraya Sáenz de Santamaría anunció que el PP llevará al Pleno una proposición de ley en la que plantea volver a elevar hasta los 35 años el límite de edad de los arrendatarios de inmuebles que permite aplicar al arrendador la reducción del cien por cien de los rendimientos del capital inmobiliario a efectos de su tributación en el IRPF. En suma, recuperar la exención fiscal para quien alquile viviendas a jóvenes. Sáenz de Santamaría justificó la propuesta en las dificultades de emancipación por la precariedad del empleo y la imposibilidad de acceder a créditos hipotecarios.
Soraya, madre y en campaña, salvo sorpresa electoral
La portavoz del PP en el Congreso, Soraya Sáenz de Santamaría, dará a luz a su primer hijo en noviembre. Primera mujer portavoz parlamentaria, su imagen embarazada mientras libra sus habituales duelos dialécticos con el vicepresidente, ministro y candidato socialista, Alfredo Pérez Rubalcaba, sentará también un precedente en la política española. Su intención es trabajar hasta el último momento si la salud se lo permite. Y el calendario, si no hay adelanto electoral, le cuadra de tal manera que podría estar de nuevo en plena forma para la campaña de las generales.
Muy cercana a Mariano Rajoy y con muchos cupones para estar en su gobierno si gana las elecciones, ayer tuvo el gesto de oficializar su estado de buena esperanza ante los habituales periodistas parlamentarios que la siguen en el día a día. Ella contó que no ha sentido las molestias de las primeras semanas; y que a Rajoy le informó enseguida por miedo a no aguantar el tirón del 22-M. Lo aguantó.
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