Operación Lezo
El juez «okupa» por Alfonso Merlos
Entre lo surrealista y lo delirante. Entre lo racionalmente injustificable y lo democráticamente abracadabrante. ¿De qué va el señor Pedraz? ¿Por qué se le nota tanto que el dossier del 25-S le quema en las manos? ¿Qué tiene que proteger? ¿Qué se ve impelido a soslayar, minimizar o negar? ¿A quién tiene que salvar la cara?
El auto no es que sea un disparate en su planteamiento, nudo y resolución. Es una broma de mal gusto, es hiriente y es insultante. No se puede despachar un juicio a una peña de violentos embistiendo contra las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado y desacreditando a la clase política. ¡¿A qué estamos jugando?! Es el mundo al revés. Quienes defienden a los ciudadanos y legítimamente les representan son zarandeados, lanzados al fango y culpados por un tribunal. Quienes salvaguardan la propia integridad física de los manifestantes pacíficos y se erigen en una muralla para conservar la integridad de la sede de la soberanía nacional son difamados y censurados.
Es intolerable que un juez se transforme en el mejor escudo de los que pretenden regenerar la vida pública con palos, punzones, adoquines y macetas de albañil. Es inaceptable que sirva de coartada para quienes, con la excusa de denigrar las políticas de austeridad de Rajoy, alteran gravísimamente el orden público ensuciando la imagen de un país entero. Es inasumible que se convierta en el burladero ideal para los que, bajo la capa de una supuesta libertad de expresión, capitanean peligrosísimos ejercicios en masa que lindan el golpismo.
Todo es un completo dislate. Salvo que ese juez, en este caso el señor Pedraz, no sea ciego. Salvo que tenga miramientos con las partes litigantes, se identifique con una de ellas y tome bochornosamente partido. El partido en este caso (¡cuánta indignidad!) de los antisistema y de los «okupas».
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