Literatura
Leer o mirar la pantalla por Ramón Sarmiento
M is alumnos ya no leen el periódico impreso, ni gratis. «¿Para qué, si lo encontramos en internet?», repiten. Y aquí ando yo preguntándome qué está ocurriendo: ¿estarán las prensas de Gutenberg a punto de pasar a la historia o estarán nuestros jóvenes saludando la llegada de la realidad virtual a través de internet? Hace ya unos años que Nicholas G. Carr, experto en Tecnologías de la Información y la Comunicación (TIC), avisaba de que internet estaba modelando nuestro cerebro según iban cambiando nuestra forma de leer y nuestra forma de pensar. Mis alumnos ya no leen por más que les hablo del placer de la lectura. Prefieren mirar la pantalla de un ordenador o de un smartphone. La acción de leer les resulta compleja y su disfrute no compensa el esfuerzo realizado. Mirar la pantalla, por el contrario, es menos costoso y, a cambio, obtienen una información multimedia más completa y gratificante.
Así las cosas, acostumbran a picotear sin mayor esfuerzo información en sus smartphones. Pero están perdiendo el hábito y hasta la facultad de leer por ese mariposeo cognitivo, en palabras de Vargas Llosa, a que la red los acostumbra con sus infinitas conexiones y saltos hacia añadidos y complementos. El resultado es su inhabilitación para todo esfuerzo prolongado de concentración en aquello que se lee y que es la única manera de leer, gozando, la gran literatura. Y resulta paradójico, si nunca se leyó ni escribió tanto como ahora. Para que sea posible la nueva era, los inmigrantes digitales hemos de cambiar el «chip» e integrarnos como digitales. Pues, en vez de «leer», ahora toca conjugar «mirar», que es, según el Diccionario de Autoridades, «inquirir, reconocer, buscar o informarse de algo».
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