Tour de Francia

Ciclismo

La claridad de David Millar

Egoi Martínez, tercero, no pudo culminar la fuga de Annonay, que fue para el inglés, que se ha reescritoLlano, camino del mediterráneo. La brisa del mar puede ser el único factor que cambie la perspectiva de una etapa tranquila entre Saint-Paul-Trois-Châteaux y Le Cap d'Agde y que evite la llegada al sprint en la costa del Mare Nostrum.

La claridad de David Millar
La claridad de David Millarlarazon

A David Millar la vida le ha dado para escribir un libro. No es de extrañar. Ciclismo, victorias y prestigio. Fiestas alocadas. Y droga. Dopaje. Y sanción, la más absoluta ruina personal y también económica. «Pedaleando en la oscuridad», lo ha llamado. Sí, corría hasta que fue cazado y el dedo acusador le enfocó. Luz cegadora. «Yo, que pensaba que nunca iba a caer en esto», se sincera en su biografía. De repente se vio «en una mesa que siempre tenía reservada en la discoteca de Biarritz, con un jaguar, ropa de lujo y una casa que me había comprado cerca del mar». Un frenesí de vida, hasta que en 2004 se vio implicado en el caso Cofidis. El principio del fin, o el final necesario para empezar un nuevo principio.

Debió reescribirse Millar. En un registro policial encontraron un libro recortado por dentro y lleno de EPO. Vacío se quedó. Sin nada. Ni lujos, ni bienes personales ni bicicleta. Tuvo que vender todos sus caprichos y vivir en los suburbios de Manchester, en el piso de un amigo. Aquello sucedió en 2004, dos años de viaje por la oscuridad. Hasta 2010 no terminó de pagar sus deudas económicas.

«Ahora disfruto del ciclismo de una forma diferente y tengo la plena convicción de que se puede ganar sin doparse». Lo lleva manifestando, demostrándoselo a sí mismo, desde que regresó de la mano de Matxin en 2006, cuando el mundo del ciclismo proyectaba la mirada de la sospecha sobre él. De su vida anterior, la oscura, datan sus otras dos victorias en el Tour. Una en el año 2000, en Futuroscope, y otra en 2003, en Nantes. Ambas de contrarreloj. Trancurrido ese caminar suyo por las cloacas del ciclismo, ha logrado ahora el súmmum, una de las buenas. Y gracias a una fuga desde el inicio de una etapa trepidante.

Todos querían cogerla, también Valverde, que se resigna a irse del Tour sin lucirse, pero no le dejaron. Tampoco a Wiggins que, por avisar a sus rivales de que en bajadas también se defiende, atacó en el descenso del Granier. No más movimientos. Kiserlovski, Peraud, Gautier y Egoi Martínez, que llegó desde atrás en el Gran Cucheron, relajaron la etapa para jugársela en los últimos kilómetros de Annonay. A Egoi le reventaron los cambios de ritmo fugaces del final entre Peraud y Millar. Él, navarro de fuerza bruta, es un diésel. Nada pudo hacer cuando el francés y el inglés se marcharon. Sólo ver de lejos el agónico sprint que hizo ver la luz a Millar.