Artistas

Sensatez y audacia

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En todo aquello que les rodea, los artistas de verdad extraen reflexiones aplicables a su trabajo. Ahora hace una semana vimos en el mundial de motociclismo cómo un piloto italiano, que había sido advertido de su torpeza, sostenía para justificarla la paparrucha de que el motociclismo era un «deporte de contacto». El español, campeón del mundo, Jorge Lorenzo le llamó la atención sobre tales demencias y, pocos días después, los hechos le dieron la razón.

El italiano tiró en una maniobra penalizada al español Dani Pedrosa, quién tomó daño, adulterándose lo que queda de mundial. Al necio italiano habría que recordarle que la principal diferencia entre un artista y un matón es precisamente el contacto físico. Si al italiano lo que le gusta es el contacto físico que hable con una de esas señoritas (o caballeros, a su gusto) que lo ofrecen a cambio de una modesta retribución. Pero que se baje de la moto. Ver deporte tan bien hecho que parece ballet, como últimamente no está pasando en España, no se consigue por simple contacto físico.

En arte (y el deporte puede serlo), lo principal no es el contacto físico. En la década de los setenta del siglo pasado, se aprobó permitirlo en fútbol mientras existiera la excusa de ir a por el balón. Se impuso entonces la tendencia que ha llegado hasta nuestros días del «fútbol-fuerza» de marcadores rácanos, equipos a la defensiva, jugadores cuentistas y pérdida del artístico espectáculo que había sido hasta la fecha ese deporte. Lo único positivo de todo este lamentable asunto es comprobar cómo tenemos campeones como Alonso, Lorenzo o «la Roja» (tan audaces como ponderados) que son capaces de hacer su tarea deprisa y a la vez preveer los dramas, levantando la voz con valentía para intentar evitarlos.