San Diego
Milo Manara / dibujante: «Cada día me inspira un centenar de mujeres por la calle»
El autor de «El Click» y «Los Borgia» estuvo en el Salón del Cómic de Barcelona, donde habló sobre su universo, sus míticos personajes y los que todavía están por venir
Pregunta del millón: ¿qué dibujante de cómic logra las mujeres más sensuales? En fin, cabría discutir. Unos dirían que Frazetta, otros que Giardino, algunos se pierden por las de Guido Crepax… Tiremos de comodín: ¿cuál ha trabajado con Hugo Pratt, Federico Fellini, Alejandro Jodorowsky, Pedro Almodóvar…? Pues ya no hay duda sobre la anterior pregunta. Decir Milo Manara es repasar cinco décadas del mejor tebeo europeo. También es penetrar en un harén en el que los placeres de la carne son los protagonistas y las mujeres pasean su belleza provocadora como juguetonas diosas de tinta en historias aptas sólo para adolescentes de entre 20 y 90 años. El jueves se esperaba en el 30 Salón del Cómic de Barcelona al autor de «El Click», «El Gaucho» y «Los Borgia» (recién editado por Norma en un tomo), pero Manara (Luzón, 1945), enemigo del avión, viajó desde su hogar, cerca de Verona, en coche, «desapareciendo» sin que se supiera nada de él hasta ayer. El caso es que llegó, con su carpeta a cuestas (en ella, bocetos de su próxima obra, sobre Caravaggio) y charló con LA RAZÓN de su universo.
–¿Tiene usted desmayos, sudores fríos, cuando dibuja esas mujeres?
–No, yo sufro del síndrome de Stendhal con las mujeres verdaderas, pero no cuando dibujo. El dibujo es un intento de representar cómo veo a las mujeres, aunque es un intento que siempre falla.
–Habrá quien crea que las mujeres que salen de sus lápices son más hermosas que las reales incluso…
–Una de las frases que decía Fellini es: «No hay mayor realista que el visionario. El único lugar para la realidad es la fantasía». En este sentido, se puede considerar que son más reales que las de verdad, porque los dibujos pertenecen al mundo de la fantasía. Es necesaria una gran complicidad por parte del lector, que debe simular que esto (señalando uno de sus dibujos) es una vaca y esto una rueda, porque son sólo signos, como la pipa de Magritte. Así como la fotografía sí está tomada de la realidad, en el dibujo el lector tiene que creérselo, es una transferencia de la realidad a la imaginación. Mis mujeres son más reales en el sentido de que van directamente al cerebro. El órgano sexual más importante es el cerebro, y el dibujo afecta directamente a este órgano.
–¿No tiene entonces modelos reales?
–Sí, sí, las mujeres reales me inspiran, pero no una en particular. Si voy andando por la calle, a lo largo del día me encuentro un centenar de mujeres que me inspiran. Lo que no me falta, desde luego, son modelos. Con el paso del tiempo, las modas han cambiado: los peinados, los vestidos… Cuando yo empecé no se llevaba apenas la melena suelta entre las mujeres. En cambio, ahora hay muchas chicas que lo llevan, y a mí siempre me ha gustado dibujarlas así, con el pelo largo y suelto, el dinamismo lo hace más fácil. Lo importante es que las figuras femeninas se adapten al guión, para lo cual hago una especie de casting cinematográfico, en mi cabeza, claro. Aunque también he utilizado alguna vez a alguna actriz famosa como inspiración: por ejemplo, me basé en Nicole Kidman para hacer a la periodista televisiva en la historia de Valentino Rossi. No me cuesta nada tomar a una actriz de la realidad, pero representa a personajes de fantasía.
–Al margen del erotismo, usted es un gran narrador de historias, y siempre de época, desde la Roma imperial y la Italia de los Borgia al Oeste americano…
–Sí, me gusta mucho tanto hacer como leer cómics históricos. Cuando hago «zapping», si veo una película de época, me paro. Me producen una fascinación particular. Una de las posibilidades del cómic es la de viajar en el espacio y en el tiempo, tanto al futuro como al pasado. Me interesa también la ciencia-ficción, pero desde que apareció Moebius no tengo valor para abordar ese género, por eso mis viajes son al pasado. La búsqueda de documentación, la investigación, es divertida y apasionante. Aunque le desvelaré un secreto: siempre he tenido muchos problemas para dibujar los automóviles y la arquitectura modernos. No me gusta usar la regla, por eso me siento más cómodo dibujando un caballo y un bosque.
–Entonces estaba predestinado a trabajar con Hugo Pratt, estaban hechos el uno para el otro.
–Con Hugo Pratt sólo dibujé historias de época. Con Jodorowsky también. Aunque Bergman, uno de los personajes que creé, es una historia moderna, como «El Click». Además, las historias modernas son las que me han traído más éxito.
–El cómic europeo ha vivido momentos de gloria, con autores como Pratt, Moebius o usted mismo, pero llegó un momento en que el manga y el cómic americano se impusieron. Hay una nueva generación, pero que ha optado por la novela gráfica, un cómic de autor, pero ya no veo el relevo en el cómic de narradores que hacían ustedes…
–Es cierto, en gran parte se debe a que los mangas y los tebeos de superhéroes americanos han salido de los confines de la página y se han desarrollado en otros medios, como la televisión. Todos los dibujos animados en Italia son japoneses, y en el cine los grandes superhéroes se han refinado gracias a los efectos especiales. Recuerdo los primeros telefilmes de Batman, se le veían las arrugas de las medias y llevaban unas capas que eran como trapitos. Ahora ofrecen una imagen, un tipo de heroísmo idéntico al de los tebeos. Son un fenómeno más del cine que del papel. Yo tuve la fortuna de recibir en San Diego un premio por toda mi carrera el año pasado. La Convención de Cómics de San Diego es un palacio de tres kilómetros, y la mitad estaba dedicada a enormes estatuas de robots, de Transformers, de Batman, algunas eran las que se habían empleado en las películas, y el público se encontraba mejor en esta zona que en la de cómics. Éste es el motivo principal por el que los mangas y el cómic americano han conseguido un espacio tan grande; no se debe tanto a los lectores, sino porque nuestros niños ven los dibujos animados y se habitúan al imaginario del manga y los superhéroes. Si hicieran series a partir de cómics europeos, creo que sería igual. Pero no existen. Y nuestros niños pasan nueve horas delante de la televisión viendo manga. Hay cosas maravillosas, como las películas de Miyazaki, pero ya se ha creado un imaginario gráfico visual, y los lectores acaban prefiriéndolo. Se estrenó una versión animada de «Corto Maltese», pero fue muy tarde, cuando Hugo Pratt ya no podía controlarla. Creo que lo hicieron a propósito.
El detalle
TODAS LAS PELÍCULAS PORNO POR UN DIBUJO
–¿Vivimos tiempos de corrección política, en los que el erotismo ya no se vive quizá con la misma libertad que en los años 70 u 80?
–Creo que sí. También porque en los 60 se produjo un gran cambio social. Uno de sus elementos fue la liberación sexual. Más tarde, con la difusión de nuevos instrumentos técnicos, el dibujo de tebeos eróticos se ha convertido en algo más marginal. Prácticamente todos los adelantos técnicos se han acabado usando para la pornografía. Esta oferta enorme ha transformado al erotismo, que se ha convertido en algo más físico. Sin embargo, el dibujo erótico tiene un espacio importante, porque está en otra dimensión, más intelectual. Las filmaciones pornográficas no dejan margen a la fantasía. Yo las cambiaría todas por un solo dibujo de Moebius.
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