Investigación científica

Investigadores españoles alargan la vida a ratones

Científicos de la Universidad de Oviedo, dirigidos por el catedrático de Bioquímica y Biología Molecular Carlos López-Otín, han descubierto que el factor de crecimiento insulínico alarga la vida en los ratones con el síndrome de envejecimiento prematuro o progeria. 

Guillermo Mariño, Alejandro Piñeiro, Alvaro Fernández, Fernando García Osorio, Antonio Fueyo, José M. Pérez-Freije y Carlos López-Otín son los participantes en el trabajo, que ha sido publicado en la revista de la ‘Academia Americana de las Ciencias' (‘Proceedings of the National Academy of Sciences USA').


Utilizando ratones modificados genéticamente, los autores encontraron que los niveles de una hormona conocida como ‘factor de crecimiento insulínico' o IGF1 eran anormalmente bajos en estas patologías. Esta reducción parecía ser responsable de algunos de los principales síntomas de las progerias, por lo que los autores investigaron la posibilidad de restablecer los niveles de la hormona.


El tratamiento con IGF1 produjo una notable mejoría con aumento de peso, recuperación de grasa subcutánea y de la capacidad locomotora, disminución de la alopecia y un aumento significativo de su esperanza de vida. El tratamiento desarrollado por los investigadores ha permitido alargar en un 25 por ciento la longevidad de ratones con este síndrome genético.

López-Otín ha destacado que el trabajo plantea una opción para mejorar la situación clínica y extender la vida de los enfermos de envejecimiento prematuro. Pero que, además, supone un importante avance desde el punto de vista científico, puesto que proporciona nuevas claves sobre los mecanismos responsables del envejecimiento normal y el papel desempeñado por el sistema endocrino en el mismo.


Los pacientes con síndromes de envejecimiento acelerado desarrollan, durante los primeros años de vida, síntomas característicos de edades avanzadas: osteoporosis, pérdida de grasa subcutánea y pelo, o fallos cardiovasculares, entre otros. La esperanza de vida de las personas que padecen la forma de progeria más común, el síndrome de Hutchinson-Gilford, es de menos de 20 años.