Montreal
Dejadez
Carl Zuckmayer, paisano de Vettel, dejó escrito que «la mitad de la vida es suerte; la otra, disciplina, y esta mitad es decisoria ya que sin disciplina no se sabría por dónde empezar con la suerte». Vettel tuvo la suerte de entrar en Red Bull y con toda la disciplina, y el talento, del mundo erigirse campeón. No estuvo muy afortunado el domingo cuando, después de liderar el GP de Canadá durante 69 vueltas y media, en el epílogo abrió la puerta a Button, que se metió hasta la cocina. Tuvo suerte Button de sobrevivir a la embestida de Hamilton, de ganar después de seis paradas en «boxes» y de que la dirección de carrera le considerara inocente de su incidente con Alonso. Si lo de Vettel, que desprende de nuevo aroma de campeón, y Button, piloto de Noé durante el diluvio, es suerte, ¿qué es lo de Alonso? Mala suerte... ¿Lo es conducir el bólido de la escudería más potente, glamurosa y legendaria del universo? ¿Es mala suerte perder el Mundial en la última carrera de 2010 por la ineptitud de los responsables al equivocar la táctica? ¿O poner neumáticos de «semiseco» con la que estaba cayendo en Montreal? Eso no es mala suerte sino ausencia de la imprescindible disciplina y un exceso de dejadez y estulticia elevada a la enésima potencia.
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