Murcia

La España maniqueísta por Pedro Alberto Cruz Sánchez

La Razón
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Así no se puede seguir. La situación ha llegado a ser insoportable, irrespirable. La calidad democrática de un país se conoce por la amplitud de miras de sus debates, por la flexibilidad y profundidad de los argumentos esgrimidos. Y, en este momento, cualquier diagnóstico que realizásemos de estas materias sería completamente negativo y abocaría a la melancolía. Lo que está sucediendo hoy en España es propio de un país que ha retrocedido intelectualmente un siglo, a posicionamientos enquistados, radicales, ridículos, insolidarios, infantiles. Cualquier discusión que se plantea sobre no importa qué asunto se resume en una diferenciación histéricamente maniquea: o eres un fascista o un energúmeno de extrema izquierda.

Me da asco este estado de las cosas. No se puede razonar, introducir matiz alguno en un panorama tan polarizado como éste. Las ideas serias son otra cosa: no tienen que ver ni con la derecha ni con la izquierda, sino con la claridad de la sensatez y el sentido común. Es imposible continuar por más tiempo diciendo el rumbo de una nación en un clima en el que todo aquello que desborde el prisma pírrico desde el que cada actor mira la realidad es considerado como sospechoso de extremismo. Así no son las cosas. Las venganzas ideológicas huelen a atmósfera premoderna, a una mentalidad carca y quebradiza que sólo busca la maldad en la figura y los actos del otro. Vuelvo a decirlo: me da asco que un país como el nuestro, que, durante la Transición, sorprendió al mundo entero por su amplitud de miras, por su libertad sin complejos, padezca ahora un proceso vertiginoso de embrutecimiento que le distancia años luz de las grandes potencias del pensamiento.

Aquí, en la piel de toro, un intelectual no vale por sus ideas, sino por si es de izquierdas o de derechas. Resulta imposible opinar con sensatez acerca de asuntos como la inhabilitación de Garzón, la memoria histórica, el fin de ETA, etc., porque únicamente se permite la decantación y nunca el análisis ponderado y objetivo. En España no corre el aire: el histerismo ideológico lo ha enrarecido todo, acabando con nuestra reserva de oxígeno democrático que, durante tanto tiempo, fue nuestra principal seña de distinción. Llegará un momento –bastante próximo- en que no valga la pena decir nada, porque no quedará margen de sensatez alguno para hablar.

 

Pedro Alberto Cruz Sánchez
Consejero de Cultura y Turismo