Consejo de Ministros
Insumisos sin fronteras por Ely del Valle
Después de un fin de semana en el que todos hemos andado atareadísimos aprendiendo a pronunciar Baumgartner sin que la lengua se nos retuerza como un sacacorchos, volvemos a lo de siempre, que de un tiempo a esta parte se reduce a hablar más de Mas y algo menos de Llamazares, una pareja que anda practicando, como el intrépido austriaco, el salto en caída libre, aunque en su caso no desde la estratosfera, sino desde la chepa del respetable, al que cada uno en su estilo intenta encaramarse.
El Molt Honorable ha dado un paso más hacia el borrokismo utilizando el término «conflicto» para referirse a su insufrible tabarra independentista, y el nuevo líder de Izquierda Abierta (no sabemos si en canal, o simplemente al despropósito) se acaba de descolgar arengando a los funcionarios para que se planten en jarras y se nieguen a aplicar la reforma del Código Penal que prepara Ruiz-Gallardón y cuyo anteproyecto fue aprobado el jueves pasado por el Consejo de Ministros.
Mas y Llamazares, Llamazares y Mas, son la versión política de los famosos «Bic» naranja y «Bic» cristal: dos insumisos a elegir, uno que ha optado por el trazo fino para revestir sus aspiraciones de una pátina de legitimidad de la que carecen, y otro que sustenta sus convicciones con argumentos tan frágiles desde el punto de vista de la Ley con mayúsculas como el vidrio. El problema no es que ambos estén convencidos de que su inmunidad parlamentaria les da derecho a versionar la Constitución para adaptarla a sus intereses y salir indemnes de la aventura; lo dramático es que tal y como están las cosas, a lo peor, hasta lo consiguen.
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