Estados Unidos

La dictadura del eufemismo por Ángel VALLE

Si hay una tendencia que se viene imponiendo de unos años a esta parte en nuestra sociedad, no sólo en España, sino en todo el mundo occidental, es la de ser políticamente correcto, algo que se aprecia con más fuerza si cabe en los medios de comunicación. Como un Gran Hermano que nadie ve pero que todo lo vigila, los guardianes de la revolución señalan con el dedo a todo aquél que se sale de esta nueva religión.

La Razón
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Para debatir sobre este tema, y bajo el título «El periodismo y el lenguaje políticamente correcto», se reunieron un grupo de periodistas, lingüistas y especialistas para debatir sobre este tema y las conclusiones de este encuentro ponen de relieve, sobre todo, el hecho de que «el lenguaje tiene un carácter neutro; es el uso lingüístico el que incide en el juego de la construcción y la corrección de la realidad mediante elecciones y descartes; eso es lo que pretende hacer el lenguaje políticamente correcto, que busca un discurso neutro».

Este tipo de lenguaje surgió en la década de los sesenta en Estados Unidos, «en los debates sobre el enfrentamiento entre libertad de expresión e igualdad, el movimiento que lo impulsa propone una acción lingüística, cambiar la sociedad cambiando las palabras, dado que existe una proporcionalidad entre la influencia de la palabra y la posición de poder. Se trata de la cara amable del eufemismo, que busca la no discriminación, la integración de las minorías».
Sin embargo, algo que nació con un buen propósito ha ido poco a poco convirtiéndose en una herramienta que pervierte el lenguaje, distorsiona y manipula realidad y ha pasado a ser una «policía del pensamiento o la nueva inquisición».

Umberto Eco, que ya ha abordado este problema en alguna ocasión, habla de que si bien su origen es «izquierdoso» y socialmente intencionado, poco a poco ha sido aceptado por otros estratos, entre ellos los «neocon» y los reaccionarios. ¿Qué quiere decir esto? Pues que, al final, algo que nace en un contexto determinado se ha convertido en un dogma. Así, como se desprende de las conclusiones del citado seminario, «el eufemismo social, que nació como un arma de lucha contra la discriminación, recibe hoy las críticas de estar instrumentalizado por el poder, de haber perdido su valor al convertirse en un estándar». ¿Cómo luchar contra esta situación? Pues hoy por hoy, quizás la única herramienta capaz de romper con esta lacra sea Internet, especialmente las redes sociales y cualquier otra iniciativa que permita a los ciudadanos mostrar su opinión abiertamente, con sus propias palabras y sin censuras. Los internautas tratan de llamar a las cosas por su nombre.

«Internet quiebra este ámbito y expande las iniciativas y los colectivos: el espacio en el que se bate hoy el poder son las redes sociales, y tendrá que adaptarse al nuevo lenguaje y a una nueva idea de la participación si quiere recuperar la credibilidad perdida», aseguran las conclusiones del seminario «El periodismo y el lenguaje políticamente correcto».

Y es que, algo que nació de un movimiento social para luchar por los derechos sociales y que luego fue instrumentalizado por ciertos mecanismos de poder para tergiversar el lenguaje, es ahora cuestionado por esa misma sociedad, que ve que su bienintencionada «criatura», nacida para no ofender, se ha vuelto en su contra y es utilizada para manipular y no llamar a las cosas por su nombre.