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Cambiar para que nada cambie (3) por José Clemente
Los cambios en el PSOE sólo persiguen que todo quede como estaba. Es decir, cambiar para que nada cambie. Aseguran los expertos en política socialista que todo es pura pantomima, pese a los rasguños entre Chacón y Rubalcaba de esta semana. «Es pura apariencia. Hacer como si de verdad tuvieran la intención de llevar a buen término una nave a la deriva». De ahí el juego de fotos que ilustra esta página, donde aparecen simultaneados los candidatos a la presidencia del Gobierno (Rubalcaba y Chacón, acompañados de Pedro Saura, secretario general de los socialistas murcianos), y que son los que ahora aspiran, excepto éste último, a las correspondientes secretarías generales del partido, con González Veracruz en este último papel que ya encarnó el pasado 20-N, Pedro Saura. Las mismas caras, las mismas personas aspiran a lo mismo. O dicho en román paladino: «Son los mismos perros con distintos collares», como reza nuestro refranero popular. Esta semana se ha especulado con la posibilidad de «una tercera vía», o tercer candidato en la carrera por alzarse con el codiciado cargo de secretario general y acaba la misma tal y como estábamos, sólo que Chacón ya cuenta con despacho propio en Ferraz igual que su contrincante Pérez Rubalcaba, no vaya a ser que estar cerca de la sede central irradie alguna energía vital para acceder a la secretaría general que deja vacante Zapatero tras la debacle electoral hace ya dos meses. Ni en Madrid, ni en Murcia, ni en muchas otras comunidades autónomas se advierten cambios internos del calado que precisa la crisis del PSOE, lo que nos hace temer que todo seguirá igual a como estaba el día después de la elecciones generales.
Nada de lo pedido por las bases socialistas se está cumpliendo. El debate escasea o es ninguneado y nadie, repito, nadie, excepto el caso murciano o catalán ha tenido el coraje de abrir la caja de Pandora de alguna sustitución. El resto no es más que un puro brindis al sol del que el PSOE no quiere pronunciarse. Otras voces, como la del alcalde de Toledo, García Paje, sigue sin decidirse por su candidatura, y aunque se especula con la posibilidad de que esta semana, a sólo 15 días del congreso federal, pudieran aparecer nuevos aspirantes al cargo, nada parece preocupar a Rubalcaba o Chacón por dicha posibilidad, entre otras razones porque no todos ellos cuentan con el respaldo del 10 por ciento de avales que necesita cualquier candidatura. Así las cosas, llegaremos al mes de febrero con todo resuelto para que se reproduzca ese nuevo choque, o reedición que ya vimos meses antes de las elecciones entre los sempiternos candidatos Rubalcaba-Chacón, uno de los cuales se convertirá en el nuevo secretario/a general para gobernar a un PSOE en plena crisis interna de las que no se le conocían hasta ahora en democracia.
Pero la forma en que los socialistas españoles, en general, y murcianos, en particular, están abordando dicha crisis no resuelve las contradicciones internas y podría convertirse en más grave todavía en los próximos meses, pues lo que era prioritario se ha aparcado o llevado a segundo plano que la militancia no acepta de buena gana. Me refiero, claro está, al debate de las ideas, a la renovación de los puestos de mando interno, a la confrontación de ideas de cuál debe ser el modelo que rija los destinos del nuevo PSOE. No se han conocido propuestas de ningún tipo, no han circulado documentos internos puestos a disposición de la militancia para provocar ese debate intramuros tan necesario, no se han conocido más que dos alternativas, que tienen en su haber la derrota electoral más apabullante de la historia del PSOE e incluyo en ello a la aspirante murciana, María González Veracruz, y, por último, se ha colocado el nivel de avales para poder acceder a la carrera electoral interna en un 10 por ciento, lo que impide a muchos militantes dar el paso para ser uno de los nuevos aspirantes. Lo que opinan o dicen los candidatos en ciernes ya lo conocemos. Rubalcaba está haciendo una campaña conservadora, a la vieja usanza, con mítines por distintos puntos de la geografía ganando adeptos entre los delegados y la descreída militancia, una militancia que esperaba más altura de miras de sus líderes políticos y menos apego al poder del cargo que es lo que están demostrando, tanto Rubalcaba como Chacón. Y aunque ésta última se haya abrazado al mensaje de la «libertad de los militantes» y a «abrir el partido al debate interno de todo tipo», nada parece que esté teniendo resultado en la dirección que la catalana desea. Por tanto, este 38 congreso federal del PSOE no es más que puro trámite si no cambian las cosas en Madrid y en el resto de agrupaciones socialistas, ya que a lo máximo que se aspira es a ocupar las secretarías vacantes tras el 20-N, pero nada más. Las mismas caras seguirán al frente del PSOE, pero en este caso, desnaturalizado de algo que siempre le caracterizó: el debate como modo de hacer política a partir de la confrontación de pareceres, ideas y proyectos.
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