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Apocalípticos

La Razón
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A pesar de que la situación en España presenta aspectos que mis amigos de aquí definen como «fascinating», lo cierto es que la marcha de nuestra economía es lo que verdaderamente no terminan de entender. Por ejemplo, ayer a punto estuve de contemplar algún desmayo cuando señalé que la deuda total de los españoles (hogares, empresas y Estado) es de un 400% del PIB. En otras palabras, si España fuera una familia y tuviera que pagar una hipoteca por esa cantidad a lo largo de cuarenta años, se vería obligada a entregar un veinte por ciento de sus ingresos anuales cada año. «¿Quiere usted decir», indaga uno de los presentes, «que el principal problema de España en los próximos años será la deuda?». «La deuda y, sobre todo», respondo, «el encontrar a alguien que esté dispuesto a creer en nosotros como para refinanciarla. Tenga usted en cuenta que el nivel total de la deuda española se encuentra entre 350-400% del PIB, es decir, que España produce cuatro veces menos al año de lo que debe y, para colmo, es menos competitiva que otras economías como, por ejemplo, la suya». El estupor se apodera de los que escuchan mis palabras. «¿Y el gobierno de Zapatero no ha visto venir todo esto?», pregunta una señora vestida de blanco. «El gobierno se negó durante años a reconocer que existía una crisis», le respondo. «Fíjese que el propio presidente no pronunció la palabra hasta que una periodista llamada Gloria Lomana se la sacó casi con fórceps en una entrevista televisada». De nuevo, un manto de silencio ha descendido sobre la sala. Es obvio que les cuesta creer que un gobierno pueda ser tan irresponsable. Finalmente, uno de ellos vuelve a hablar: «Pero ¿nadie advirtió de que esto podría pasar?». «Sí», respondo, «algunos lo anunciamos. No éramos muchos, pero lo hicimos». «¿Y...?», interroga. «El gobierno y sus terminales mediáticas nos acusaron de antipatriotas, catastrofistas y, se van a reír ustedes, apocalípticos». «¿Antipatriotas? ¿Apocalípticos?», casi grita Tom, «pero si ustedes se limitaban a señalar la catástrofe hacia la que caminaba su nación... sinceramente, si ha habido algún patriota en España en los últimos años creo que ha sido la gente como ustedes que advirtieron del peligro que se venía encima». «Se lo agradezco», le respondo, «pero comprenda que sobre eso hay opiniones». «No me cabe duda, pero que los que han provocado este Apocalipsis los llamen a ustedes apocalípticos... es como si Atila el huno se quejara de la situación de los campos después de que su caballo los pisara». «No seré yo quien se lo niegue», comento de la manera más moderada posible. «Apocalípticos...», vuelve a repetir Tom al que la palabra parece causarle una mezcla de indignación y pesar, «Esa gente sí que merece el calificativo de apocalípticos: Zapatero apareció de manera inesperada como la Bestia, cuenta con grupos mediáticos que mienten a su servicio como el Falso profeta, dispone de la alianza de poderes espirituales que fornican con él como Babilonia la grande y amenaza con sumir a España en la gran tribulación. Son ellos los que parecen una encarnación de los poderes malignos que aparecen en la Revelación que recibió el apóstol Juan». No hago el menor comentario. Cuando una persona conoce la Biblia – y ése es el caso de Tom– se nota a la legua.