Volodos con todo el poder

Arcadi Volodos (San Petersburgo, 1972) es uno de los pianistas más atractivos de la actualidad, muy especialmente por su poder técnico y sonoro, a pesar de algunos caprichos interpretativos. Hubo pocos de estos últimos y mucho de los dos primeros en el segundo concierto para piano de Brahms que escuchamos e el Auditorio Nacional.

Lo tocó como hay que tocarlo, directo, poderoso, sin que la orquesta apagase jamás el sonido del piano, y supo combinar todo ello con la delicadeza del «andante». Esta «sinfonía con piano obligado», como ha sido considerada por algunos críticos del pasado, precisa de un acompañamiento más preciso, compacto e inspirado del desaborido y gris que aportó la Orquesta Nacional de España bajo la dirección de Josep Pons, su titular.

Coherencia en el discurso
Afortunadamente, la orquesta recobró su nivel en la segunda parte con unos «Till Eulenspiegels» y «Muerte y transfiguración» que fueron muy plausibles. Pons desde el atril logró coherencia en el discurso y las lecturas presentaron los contrastes requeridos, además de lucirse los diferentes solistas, especialmente trompas, flautas, oboes, clarinetes y concertino.