Ciudad del Cabo
España reverdece
En el segundo aniversario de la gloriosa consecución de la Eurocopa, España lo celebró con un merecidísimo y ajustado triunfo en los octavos de final del Mundial de Suráfrica. Superó a Portugal, fue más valiente y con el acierto de Villa, iluminado, cuatro goles ya en el torneo, ha entrado en cuartos de final, donde se enfrentará a Paraguay. Así lo narramos en directo.
Paraguay es la siguiente parada, y no parece que los suramericanos, a priori, sean más rival que los portugueses, quienes abandonan el torneo con sólo un gol encajado, el de su sentencia. El de la justicia. El de España, que coge carrerilla.
Duelo ibérico en Suráfrica; Del Bosque contra Queiroz, antecesor y sucesor, ambos pasado en el Madrid; en el prólogo, Cristiano Ronaldo es el único que supera a Fernando Torres en la aclamación; después, de él apenas se supo. No llovía, bien; Paraguay en cuartos, bien; sólo faltaba el pitido inicial.
Héctor Baldassi silbó y sacó de centro España. La selección, sin cambios, con el once que derrotó a Chile. Queiroz dejó solo arriba, a su aire, como si formara parte de un tercer equipo que no era ni el suyo ni el contrario, sino él, a Cristiano Ronaldo, como ante Brasil, y a Pepe, por delante de la defensa; Hugo Almeida entró por Danny y Simao por Miguel, para empezar. Y el comienzo fue de un rojo vivo español. Sacó de centro, pidió la pelota, Portugal no se la discutió y jugó como sabe, ¿recuerdan?, toque y fútbol, más profundidad y tiro a puerta. Lástima de gol. Con la ambición necesaria, con el carácter pertinente, dado el partido, el rival y el acontecimiento, la selección dedicó a Eduardo un disparo cada dos minutos. En el 6 ya había hecho tres despejes -no coge una, por cierto-, dos a Villa y uno a Torres. Y justo en el 6 el árbitro argentino, a tres metros de la jugada, no quiso ver cómo Coentrao se desentendía del balón dentro del área y placaba a Torres. España podía ir ganando, Portugal no discutía y el mejor era su portero. Dos penaltis no señalados contra Suiza, otros dos ignorados contra Honduras, uno más volatilizado contra Chile y Portugal se abonó a la cuota de caridad que los colegiados facilitan a cualquier adversario de España. Otro aliado lusitano fue Jabulani, el balón que produce alergia a Casillas. Eso que denunció el portero no lo ignoraba Ronaldo.
Cuando los portugueses recuperaron la cordura, porque en los primeros compases estuvieron idos, buscaron las faltas en las proximidades del área para que Cristiano probara puntería. Dos faltas sacó y en ambas Iker tembló, por alto y por bajo, como si le diera miedo el esférico. Le asusta.
Despierta Portugal
Superado el cuarto de hora, los portugueses cambiaron la parsimonia por la acción. Los centros de Meireles llevaban peligro, como los de Coentrao, el lateral que ahora jugaba en el otro campo; Tiago remató un par de veces con muy malas intenciones, como Simao, y sucedió lo imprevisto, tal y como se había alzado el telón, que España se entretuvo y la función resultó completamente diferente. Villa, un jabato, sólo entraba en juego para defender, a Xavi e Iniesta les fallaba el último pase; Alonso volvía a estar más tiempo detrás de su tocayo Hernández y Busquets achicaba lo que podía. La inactividad en el medio campo español fue aprovechada por el portugués. Torres apenas intervenía y cuando lo hacía acusaba la inactividad, o el ansia por meter un gol. Pero ni él lo hizo y los copntrarios, tampoco. Fue curioso ver cómo cuando el árbitro señaló el final de la primera parte Carvalho y Bruno Alves se felicitaban. Posiblemente, por mantener su puerta a cero; acaso, porque intuían que había pasado lo peor. Se equivocaron.
Iniesta y Xavi mandanSegundo acto, sin cambios, idénticos protagonistas. Portugal cumple 19 partidos y medio sin perder, siete y medio sin encajar un gol. España busca la identidad perdida, pero no sale tan lanzada como al principio, ¿fatiga? Algo, tal vez sea mental, pero se nota menos cuando Iniesta y Xavi mandan y Alonso alterna con ellos la jerarquía del hilo conductor. Mas no es suficiente.
El equipo de Del Bosque domina el centro del campo y el de Queiroz, que "perdió"el primer tiempo por cuatro tiros a tres, avanza con bastante más peligro, llega mejor. La selección necesita savia nueva, un revulsivo que regenere su actividad física y cerebral... Fernando Llorente releva a Torres; enfrente, Danny sustituye a Hugo Almeida. Hubo reacción, apreciable, no ficticia. Llorente cabeceó en plancha un centro de Ramos que Eduardo se quitó de encima; Villa ensayó y se le fue por poco; pero no falló al concluir con dos remates la jugada, por fin, de Iniesta y Xavi. El primero lo rechazó el portero, el segundo, ya no.
España recuperaba la autoestima, bastante de su fútbol, y Portugal encajaba el primer gol en el cuarto partido del Mundial. Podía ser una sentencia; en cualquier caso, ahora tenía que arriesgar más. A los españoles les bastaba con aguantar la pelota y, con paciencia, buscar una segunda oportunidad. Sergio Ramos la acarició cuando obligó a lucirse a Eduardo con una estirada de lujo para un zurdazo imperial. Queiroz vio las orejas al lobo y dejó de especular. Fue a por el partido, metió a Mendes por Pepe y a Liedson, delantero delantero, por Simao. Era la alineación que imaginábamos pondría de salida para discutir el derbi ibérico con España; cuando lo hizo, "La Roja"ya no sentía angustia, Ramos se apoderó de su banda y Xavi empezó a jugar mejor y más cómodo: controlar y repartir, en asociación con Iniesta. El resultado inmediato fue un zambombazo de Villa que Eduardo despejó al larguero y que los reyes del tuya mía volvieron a la escena que nunca debieron abandonar.
Y Portugal miraba, posiblemente agazapado cual fiera herida, enrabietada, lo que costó la expulsión a Ricardo Costa por dar un codazo a Capdevila. Era el minuto 89, Pedro entraba por Villa y Marchena por Xabi Alonso, en el 92. Un minuto después, la gloria. Baldassi pitó el final del partido. España, en cuartos. Y jugando. Aleluya.
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