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Un «outsider» llamado Riccardo Muti
Así se definió el batuta, que estrena mañana en el Real «I due Figaro», de Mercadante. Sin pelos en la lengua dijo que «recortar en cultura es golpear la identidad de un país».
Con la sala llena a rebosar y un público entregado, Riccardo Muti hacía su entrada triunfal en la rueda de prensa del Teatro Real. Allí es donde escuchó los primeros aplausos, algo inusual en un encuentro con medios. En un extremo de la mesa, el director general, Miguel Muñiz, en el otro, el responsable artístico, Gerard Mortier y junto al batuta, Emilio Sagi, encargado de la dirección de escena. En un italiano pausado que hacía casi prescindible la tarea de la traductora, el director napolitano, orgulloso de su lugar de nacimiento, ofreció una lección magistral y se remontó a sus comienzos, sus años de estudio y su descubrimiento de Saverio Mercadante, compositor nacido en Italia, pero casi español de adopción, una de cuyas óperas, que no se representaba en España desde hace 177 años, se estrenará en el coliseo mañana, «I due Figaro», espectáculo que posee cierto tono jocoso, pero que el director definió como «nihilista». Con él ha traído a su formación, la Orquesta Giovanile Luigi Cherubini.
Pulverizar con la mirada
Poco dado a ofrecer entrevistas (sus comparecencias pueden contarse con los dedos de una mano y alguno de ellos sobra) y férreo en sus deseos (dicen que una mirada suya puede pulverizar al destinatario), Muti hizo gala de simpatía y amabilidad. En la primera fila, y con el móvil en la mano tomando fotos, se encontraba su esposa. De sus años de estudiante en el conservatorio destacó el hecho de haber descubierto gran cantidad de manuscritos operísticos que parecían dormir el sueño de los justo «y que necesitaban ser recuperados. Por ejemplo, a Bach lo sacó Mendelhsson del olvido. Siempre pensé que algún día podría redescubrir a algún compositor». Y así fue. Jürgem Flim quería dar una nueva luz al Festival de Pentecostés de Salzburgo y le propueso allí el estreno. ¿Por qué no traer un napolitano como don Riccardo a Salzburgo? La colaboración, que en principio fue de tres años, se ha transformado en cinco. Aunque destacó que le gustaba la vertiente «más bromista» de Mercadante, subraya que esta obra no es cómica, «aunque haya situaciones jocosas». Y de bufo y cómico, Muti se puso serio para hablar de política y economía. Y de cultura. Y de recortes: «Europa atraviesa una etapa de enorme dureza debido a una dramática crisis económica. Esta obra posee un significado político y social específico», dijo a modo de aperitivo, para continuar con toda la carga: «Los gobiernos, y no hablo del español porque aquí soy un huésped, donde golpean cuando no cuadran las cuentas es en la cultura, y es un error gravísimo. Países como España o Italia son conocidos por su enorme riqueza cultural. Hacer recortes en la cultura es golpear la identidad cultural de un país. Por el contrario, invertir en cultura traerá enormes retornos económicos. No podemos consentir que eso suceda en Europa. Los jóvenes de mi orquesta, por ejemplo, poseen un enorme potencial, trabajan con extrema dureza, aunque saben que su futuro es incierto. Yo insisto una y otra vez en sacar de ellos lo mejor. Les exijo y veo en sus ojos la duda: se dejan el alma, bien. ¿Y después, qué?», explica el director de orquesta.
¿Por qué se dedicó a la música Riccardo Muti? La «culpa» fue de Nino Rota, ese gran compositor que puso música a tantas cintas de Fellini yde Visconti. Se topó con él en el conservatorio de Bari: «Me escuchó tocar el piano y dijo que tenía que dedicarme a ello. Me hizo ser músico y famoso. Y es que el destino ha decidido por mí. Siempre he tenido la sensación de no estar hecho para esta profesión, de no estar a la altura, aunque la gente piense que en realidad soy un tipo arrogante». Y como realmente se define es como «un ‘‘outsider'' de la música» que llegó a ésta por empeño de su padre, médico y buen cantante que quiso que sus cinco hijos tuvieran una buena base cultural.
Con una ironía finísima, el napolitano arrojó un delicado guante a Gerard Mortier. Entre bromas y veras le hizo un guiño para un futuro Verdi en el Real. ¿Se dará la ocasión? Y Muti contestó, tal si fuera un tenor en «La forza del destino»: «Todo puede ser. Soy un poco fatalista». La pelota, pues, en el alero del director artístico, a quien le dedicó su última y sutilísima broma: «Considero a todos los países con árboles de olivo como hermanos. Los hay en España, los hay en Italia...». Y mirando a Mortier le interrogó: «¿Los hay en Bélgica?». Negativa del bega y explosiva carcajada general.
Las movilizaciones en el Real, a partir del 29 de marzo
Ayer por la tarde llegaba un segundo comunicado del comité de empresa del Teatro Real. «En las declaraciones de la dirección del Teatro Real aparecidas en los medios, ésta asegura que nunca se les dieron órdenes para aplicar el RDL 8/2010, y, sin embargo, la carta que nos remite la empresa dice que Hacienda y la Intervención General ‘‘han venido exigiendo de manera imperativa y reiterada que se dé cumplimiento'' a dicha ley. En reuniones mantenidas con este Comité, la empresa ha negado tener orden alguna sobre este asunto...», se leía. En la nota se desmiente que sean funcionarios: «Pertenecemos al sector público estatal y por ello esta ley no es de aplicación (...) Estamos decididos a no pagar los platos rotos por ninguna mala gestión», se dice. Según ha podido saber este diario, el millón de euros que el coliseo reclamaba a sus trabajadores por no haber cumplido debidamente el citado Real Decreto de 2010 no pasaría a las arcas de Hacienda, sino a las del Teatro, se quedaría en casa. El comité está consultando si es legal la retroactividad que se pide. De no serlo, la cantidad a pagar se reduciría a unos 70.000 euros. Ya hay previsto un calendario de movilizaciones que arrancará el día 29, se prolongará durante las representaciones de Marina Abramovich y, si no se llega a un acuerdo, se convocará huelga para todas las jornadas del «Cyrano de Bergerac», con Plácido Domingo.
El detalle
SAGI VUELVE A SU CASA
Abrazos en el regreso de Emilio Sagi al Real, del que fue director artístico. Él firma la escenografía de «I due Figaro». Sabía que el foco iba a apuntar a Muti y no escatimó elogios. Grande de la escena, definió como «deliciosa» la relación con Muti, «un hombre abierto y simopático. Hemos trabajado en grandísima armonía y eso se va a ver en la función» de la que dijo que «hay que leer con el espíritu del momento en que fue compuesta».
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