Crisis económica
Extraño lastre
La retórica económica brinda ocasionalmente muestras reveladoras del pensamiento único. Así ha sucedido en los últimos días, a raíz del plan de ajuste que tantas energías ha llevado a desplegar a Smiley y sus secuaces. Ha sido llamativa la coincidencia no sólo en el diagnóstico sino también en la palabra utilizada para resumirlo. En efecto, todos están de acuerdo en que la reducción del gasto público equivale a reducir el PIB, y un amplio coro proclama que el ajuste «lastrará» el crecimiento. Sospecho que esto es una simplificación de la macroeconomía, una suerte de keynesianismo pueril que reduce el crecimiento a la demanda de manera casi mecánica, y ante una reducción de ésta inmediatamente concluye que la economía enfrenta una rémora que la detiene, embarga o suspende. El razonamiento no me convence. Si el argumento fuera cierto, también valdría en sentido contrario, y entonces el gasto público debería ser aumentado hasta conseguir, como inevitable y gozosa consecuencia, el deseado crecimiento. Y además hay otro aspecto destacable: el gasto público no es gratis. Si aumenta, no sólo aumenta la demanda, también disminuye esa misma demanda por efecto de los impuestos necesarios para financiar el gasto, o por la deuda que el Estado debe emitir en la medida en que la recaudación no sea suficiente. Es claro que el balance es lo suficientemente dudoso como para poner estos supuestos lastres en cuarentena.
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