Zaragoza

Masaje al líder

La Razón
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De la convención autonómica que el PSOE ha celebrado este fin de semana en Zaragoza se esperaba mucho más que las cuatro generalidades insustanciales con que ha sido despachada. Convocada para analizar y debatir los reajustes que necesita el Estado de las autonomías para hacer frente con mayor eficacia a la crisis, ahorrar en gasto público y favorecer la recuperación, la cita se quedó en otro mitin más de polideportivo, adobada para la ocasión con la sobreactuación de los barones socialistas en defensa del devaluado liderazgo de Zapatero. Una lástima porque se ha hurtado a los ciudadanos un debate necesario y oportuno como es el de las correcciones que requiere la organización autonómica del Estado para que sea más eficiente, elimine duplicidades y racionalice el gasto. Los dirigentes socialistas tenían, además, la obligación moral y la responsabilidad política de hacer autocrítica por el Estatuto de autonomía de Cataluña, que impulsaron con irresponsabilidad manifiesta más allá de los límites constitucionales. Cuando un partido político comete un error de tanto alcance y de tan hondo calado como éste, lo menos que le debe a la ciudadanía es un análisis honesto y una rectificación congruente. El congreso de Zaragoza habría sido una excelente ocasión para ello, y para concretar nítidamente las propuestas autonómicas del partido que aún gobierna España. Pero toda la pólvora se quemó en salvas en honor al líder. Lo demás ha sido una declaración con cuatro lugares comunes sobre coordinación autonómica que produce sonrojo por su elementalidad: calendario de vacunas, licencias de caza y pesca, crear centros universitarios conjuntos o conectar los servicios de información y gestión de datos de la Administración de Justicia. No se ha dicho nada del desbroce urgente de leyes, normas y decretos autonómicos que entorpecen el mercado único; y tampoco se ha reconocido que fue un error la supresión del techo de gasto de las comunidades. Por otra parte, los barones del PSOE que más se significan por su defensa de las competencias del Estado han defraudado las expectativas por no haber forzado un debate interno de mayor enjundia. Es verdad que la lamentable perspectiva electoral del partido no facilita precisamente la tarea de mojarse ante el electorado en un asunto tan espinoso. Pero la razón última es que el federalismo implacable de los socialistas catalanes sigue hipotecando el debate autonómico de todo el PSOE. No es casual que entre las recomendaciones aprobadas este fin de semana para incorporar al programa electoral figuren dos exigencias tajantes del PSC: la defensa del modelo federal y la bilateralidad de las comunidades con el Estado, figura retórica cuyo único propósito es elevar el rango de las relaciones de la Generalidad catalana con el Gobierno central. En este laberinto es en el que sigue el partido del Gobierno tras la desastrosa experiencia del Estatuto catalán, cuyas conclusiones aún no se ha atrevido a extraer. De lo que se deduce que el PSOE acudirá a las elecciones autonómicas como siempre: inmerso en esa espesa ambigüedad sobre el modelo de Estado que lo mismo le sirve para pactar con los independentistas catalanes que para llenarse la boca con la palabra España.