Ginebra
Siria la última ficha del dominó
Los acontecimientos en Libia podrían precipitar la caída del presidente sirio, Bachar Al Asad, después de que éste haya engañado a la comunidad internacional al anunciar que la represión que ha costado la vida a cerca de 2.200 civiles había concluido. Una impresión compartida por la mayoría de cancillerías occidentales como puso de manifiesto el titular de Exteriores francés, Alain Jupee, quien aseguró que lo ocurrido en Libia tendrá eco en Siria.
Ayer, en medio de las turbulencias generadas por la entrada de los rebeldes libios en Trípoli, Naciones Unidas envió una clara señal al régimen de Damasco al acusar a Al Asad de «mentir» al mundo. «Es desconcertante que Al Asad no haya cumplido con sus palabras», dijo ante la prensa Ban Ki-moon, quien mostró su frustración ante el hecho de que las autoridades del país árabe sigan adelante con la violencia contra la oposición pese a que Al Asad le prometió personalmente la semana pasada lo contrario.
El secretario general de la ONU explicó que Al Asad le «prometió» en una conversación telefónica que las operaciones militares en Siria habían concluido, algo que no ha ocurrido, por lo que exhortó al gobernante sirio a escuchar «las peticiones internacionales» y ordenar el cese de «unas operaciones con las que mata a su propio pueblo». En medio de las peticiones realizadas por la Alta Comisionada de la ONU, Navi Pillay, quien abrió ayer la sesión especial del Consejo de Derechos Humanos sobre la situación en Siria, para que se procese a los responsables de los presuntos crímenes contra la humanidad cometidos en Siria y de la presión de la Unión Europea y de Estados Unidos, el máximo responsable del organismo indicó que un equipo humanitario de la ONU ya está en Siria, donde ahora «analiza la situación».
Ajeno por el momento a la presión de la comunidad internacional, Al Asad prosiguió con la política de puño de hierro que ha empleado desde el comienzo de las revueltas en marzo. Al menos ocho personas fallecieron ayer en las protestas que tuvieron lugar en distintos puntos del país después de la comparecencia televisada del presidente el pasado domingo. El Observatorio Sirio de Derechos Humanos informó de que en la ciudad de Masyaf, en Hama (norte), dos personas murieron por disparos y otras cuatro resultaron heridas a manos de los milicianos «shabiha» (fuerzas irregulares al servicio del régimen), que celebraban en las calles la entrevista que dio Al Asad en la televisión pública, en la que anunció que no piensa dimitir.
Según el último recuento del Observatorio, otras seis personas murieron en la provincia de Homs, situada en el centro del país, cuatro de las cuales fueron por disparos, una como consecuencia de torturas y otra por el ataque de francotiradores. En la localidad de Qosur, también en Homs, escucharon fuertes explosiones, según testimonios de activistas de los opositores Comités de Coordinación Local.
Comité de reformas
En un intento desesperado por contener la creciente revuelta, Al Asad anunció ayer la creación de un comité sobre agrupaciones políticas con el fin de desarrollar la reciente ley de partidos adoptada en el país. Según informó la agencia oficial SANA, el comité estará presidido por el ministro del Interior y estará integrado por el vicepresidente del Tribunal de Casación, Mohamad Rokayyah, el abogado Mohamad Wajih al Maliki, Mahmud Hassan Marchaha y el abogado Ali Molhem.
Al Asad había afirmado en su discurso del domingo que confía en que se puedan celebrar elecciones legislativas el próximo mes de febrero en el marco de un proceso de «reformas» políticas que incluirá la modificación de la Constitución. «La fecha prevista para las elecciones parlamentarias es febrero del año que viene», remarcó en su alocución en la televisión pública.
El presidente explicó que las reformas ya iniciadas permitirán a cualquier persona formar un partido político, siempre que no atente contra su poder. «En los próximos días vamos a publicar la ley de partidos políticos, que será revisada por un comité», había adelantado.
Los 2.000 muertos de Al Asad
Al menos 2.200 personas han muerto en la represión de las protestas contra el régimen de Al Asad por parte de las fuerzas de seguridad sirias, según señaló la Alta Comisionada de la ONU para los Derechos Humanos, Navi Pillay, ayer al inicio de la sesión de urgencia sobre Siria que está celebrando el Consejo de Derechos Humanos de la ONU. El anterior balance las cifras eran de entre 1.900 y 2.000.
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