Los Ángeles
Banderas: una infidelidad antes de volver con Almodóvar
Confiesa Banderas, que protagoniza «Crónica de un engaño» junto a Laura Linney y Liam Neeson, que en el futuro querría dirigir más y actuar menos delante de la cámara.
Estaba deseando trabajar con Eyre, razón por la que no se lo pensó dos veces cuando le ofreció protagonizar «Crónica de un engaño», en la que comparte planos con Laura Linney y Liam Neeson. Para Banderas, el rodaje fue uno de los más difíciles de su carrera, ya que apenas dos meses antes había muerto su padre como consecuencia de una larga enfermedad. En Los Ángeles tuvimos oportunidad de hablar con el malagueño sobre esta película, su futuro en manos, otra vez, de Almodóvar, con quien trabaja de nuevo después de 21 años en «La piel que habito», y, por supuesto, de Hollywood, que conoce ya tan bien como la palma de su mano. –¿Que le llamó la atención de un proyecto tan independiente?–A mí me gustan los filmes que te brindan libertad para crear. Ésta es una de esas producciones que en la meca habría sido imposible de realizar. Los estudios habrían despedazado los momentos más importantes de la historia. Creo que «Crónica de un engaño» invita a la reflexión. No ofrece respuestas, pero sí promete una conversación, porque se sumerge en las profundidades del alma humana. –¿Qué tal fue trabajar con Linney y Neeson?–Dios mío, se portaron conmigo de una forma exquisita, de verdad. Llegué al set muy decaído por la muerte de mi padre y ellos crearon un ambiente, me respetaron tanto que les estaré siempre agradecido. Se trata de dos intérpretes maravillosos.–¿Cómo mantiene la concentración en su carrera cuando personalmente se encuentra mal?–Cada uno posee su propia manera de enfrentarse a esas situaciones de la vida. Yo trato de entender lo que me está ocurriendo. Creo que es importantísimo confiar en tus compañeros de profesión; además, mi amor por este oficio me ayuda a seguir adelante todo el tiempo.–A punto de cumplir los 50, ¿cómo contempla su trayectoria?–Sinceramente, a mí la fama no me ha interesado nunca. Aunque adoro el cine y las oportunidades que me ha ido ofrecido la actuación.–Se rumorea, y con insistencia, que encarnará a un psicópata en la nueva película de Almodóvar. ¿Qué hay de cierto sobre su regreso con el manchego?–No te puedo decir nada porque Pedro me lo ha prohibido...–Vale pues. ¿Es capaz, cuando llega a casa, de abandonar fuera a sus personajes? –No, siempre me los llevo conmigo. Pero, de alguna manera, eso me libera.–¿Soñó alguna vez con que llegaría tan alto? –Me siento igual que un cómico que está tratando de entretener al público con lo que hace. Jamás me he tomado a mí mismo demasiado en serio, un actor no es alguien tan importante, aunque muchos así lo crean.–¿Veremos pronto a su esposa, Melanie Griffith, de nuevo delante de una cámara?–Sí. Jamás tuvo tantas ganas, ahora mismo está guapísima, mejor que nunca. Estoy deseando dirigirla otra vez, espero que suceda muy pronto.–Llevan los dos juntos quince años. ¿Celebraron su aniversario de una manera especial? –No. Fue un día de trabajo como otro cualquiera. Cuando llegué a nuestro hogar compartimos una bonita cena y vimos una película juntos. Me encanta pasar el tiempo libre con mi mujer. –Cuéntenos algo sobre su experiencia con Woody Allen.–Se trata de un director obsesionado con la naturalidad que te permite, no digo cambiar textos, pero sí improvisar. Me ayudó mucho porque te da espacio y te permite pensar de qué manera puedes dar más de ti de una forma orgánica, nada forzada.–Usted también es realizador. ¿Ha pensado en «copiarlo»?–No lo sé, tenemos estilos totalmente diferentes, Woody no se ocupa ni le interesan los juguetes del cine, la cámara, todo eso, sino la historia, mientras que a mí me apasionan los acentos que puedes marcar con determinadas lentes, eso ayuda a contar la película. En el fondo, vas buscando lo mismo, aunque por caminos diferentes. Compararme con Woody Allen a estas alturas resulta estúpido, sinceramente; estoy empezando y él es un maestro. En 1985 llevaba una camiseta que decía «Woody Allen», con eso te lo digo todo.–¿Se le respeta como actor lo que merece?–Nunca supe lo que eran los complejos. Mi vida corre paralela a una etapa de mi país. Cuando Franco murió tenía 15 años y España empieza a cambiar de una dictadura a una democracia. Mientras crecía comencé a comprender ese cambio político al mismo tiempo que comprendía cuál era mi camino. Cuando España empezó a funcionar de otra manera y no se daban ya esas figuras, heroicas, por otra parte, y excepcionales como Manolo Santana o Ángel Nieto, dejó de existir el héroe que rompía fronteras... Algo que ocurrió en el mundo de las finanzas, de la tecnología, de los negocios, del deporte, la arquitectura... Hemos pasado de ser nadie a contar con Nadal, la selección de fútbol, de baloncesto. Me siento parte de todo eso, de esa expansión de España. Como yo hay muchos, y lo único que nos falta es romper el complejo de inferioridad que durante mucho tiempo hemos arrastrado, esos comentarios que se hacían en España: «Ah, está bien, son ingleses»... A las nuevas generaciones ése ya no los lastra. –¿Qué espera conseguir en el futuro a medio plazo?–Me encantaría consolidarme como director, me interesa muchísimo, en este mundillo es lo más personal que se puede hacer. Sacar adelante mis proyectos, encontrar mi propio lenguaje, mi propia personalidad en la realización. En tanto actor, me gustaría trabajar menos y mejor, y volver al teatro. Me han hecho una oferta en Broadway para colaborar en una obra de Trevor Nunn, una versión de «Zorba, el griego» maravillosa, se trata de un filósofo de la calle al que hoy deberíamos escuchar, me he quedado impresionado con el guión. Aunque mi gran proyecto actual es , supongo que lo sabes, «Boabdil», una película que requiere tiempo y concentración, pero ya parece que estamos encajando la cosa con Qatar y estoy bastante contento. Lo que pasa es que va a salir todo bastante caro porque esta cinta cuesta muchísimo, ya que tenemos que volver a cinco siglos atrás, lo que requiere numerosos decorados.La otra pielLa agenda del actor es apretada. Así, este mismo domingo participará, junto a otras celebridades de Hollywood (como Daniel Radcliffe, Will Smith, Michael Douglas y Katie Holmes), en la entrega de los Premios Tony de teatro. Y, luego, dentro de unos meses, comienza el rodaje de la nueva película de Almodóvar. Después de protagonizar «Átame» (arriba, en una escena de la película con Victoria Abril) hace 21 años, el actor se pone de nuevo a las órdenes de Almodóvar en «La piel que habito», una cinta «tan dura y provocadora como las de la primera etapa de Pedro», confiesa el propio Banderas, quien añade que «parece que sólo ha pasado un día» desde que trabajó por última vez con el manchego. Ahora bien, el papel que encarnará sigue siendo una incógnita que Almodóvar desvelará cuando le parezca oportuno.
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