Murcia

Mito y razón

La Razón
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En Fringe, la serie creada por J. J. Abrams, la presencia de la tecnología avanzada es una constante. Los dispositivos tecnológicos y la física especulativa dan sentido a cosas incomprensibles que parecían estar en el ámbito de lo esotérico. Sin embargo, hay un objeto que parece escapar a esa explicación: «la máquina», un dispositivo cuyos fragmentos están repartidos en el espacio y en el tiempo y cuyo poder es el de arreglar, pero también destruir el mundo. Esa máquina que todos buscan fue construida por «los primeros hombres», una especie de civilización desaparecida de la que apenas quedan algunos vestigios escritos.

Esta alusión a tecnologías míticas es una constante en el imaginario cinematográfico contemporáneo, y nos habla en el fondo de la relación de la tecnología con lo divino. «La máquina» que da sentido al mundo fue construida por unos primeros pobladores que supuestamente mantenían una relación «inmediata» con los dioses, con la sabiduría o con la totalidad. Se trata, pues, de una tecnología originaria, creadora, como el fuego de Prometeo entregado a los hombres. Una tecnología que no es sólo un producto humano, sino un regalo de los dioses.

Es curioso que una serie que supuestamente nos muestra la potencia tecnológica del sujeto contemporáneo y que está amparada por las teorías científicas más avanzadas, en el fondo acabe aludiendo a este sentido mágico-sagrado de lo tecnológico, como si en el mundo hipermecanizado en el que nos encontramos, lo único que realmente explicase y diese sentido a las cosas se encontrara más allá de lo humano. En cualquier caso, lo que está claro es que Fringe, como gran parte de los productos audiovisuales contemporáneos, muestra que el mito sigue siendo parte esencial de nuestros patrones de interpretación del mundo.