Sevilla

Para recuperar la confianza por Alfredo PÉREZ RUBALCABA

La Razón
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En el último mes, muchos españoles han descubierto perplejos que la modernización de España que tanto anunciaba el Partido Popular pasa por pagar para tener un juicio justo, reinstaurar la cadena perpetua y retroceder treinta años en los derechos de las mujeres. Que el anunciado gran plan contra la crisis pasa por prescindir del diálogo con los agentes sociales, resignarse alegremente a una huelga general y subir los impuestos que dijeron que no subirían. También que la salvaguarda del Estado de Bienestar y la protección de nuestros derechos exige recortar las prestaciones que prometieron que no recortarían, empezando por la atención a las personas dependientes, y por supuesto, eliminar la asignatura de Educación para la Ciudadanía; aunque, en esto sí, cumplen estrictamente lo que prometieron.

En ese mismo periodo de tiempo, los socialistas hemos iniciado, y somos el único partido que lo hace, un diálogo democrático, transparente y respetuoso –respetuoso entre los propios candidatos que nos presentamos, respetuoso con los militantes y respetuoso con los ciudadanos– sobre nuestro propio futuro y sobre el futuro que queremos para España y para los españoles. Un debate abierto, ante los medios, la ciudadanía y la militancia, en el que hemos empeñado nuestra palabra y expuesto a la luz del día nuestras ideas y propuestas.

Siempre he creído que sólo quien duda de sus convicciones teme defenderlas y sólo quien carece de razones teme exponerlas, por eso estoy convencido de que del congreso que este fin de semana celebramos en Sevilla saldrá un Partido Socialista más robusto, más potente y más fuerte. Un Partido Socialista seguro de sí mismo, que diga lo que piensa y que haga lo que dice, sin temores ni omisiones, sin silencios ni ocultaciones. Desde luego, haré todo lo que esté en mi mano para que así sea.

Creo que todos somos conscientes de que no se trata de un congreso más porque tampoco somos un partido más. Hemos gobernado durante dos tercios de la historia de la democracia en España, los grandes avances de estos últimos treinta años –la Educación pública y obligatoria, la Sanidad universal y gratuita, el sistema de pensiones, la incorporación a la Unión Europea, la atención a los dependientes– llevan nuestro nombre y nuestras siglas. Tenemos mucho de lo que sentirnos orgullosos, pero también es mucho lo que se espera de nosotros.

Y es cierto que vivimos momentos difíciles, pero si algo nos enseña nuestra historia es que este partido se crece ante las dificultades, que ni en los momentos más duros –y no han sido pocos– nos hemos rendido, nunca hemos bajado los brazos o hemos dudado de nuestra fuerza. Sin duda hay cosas que podemos mejorar y algunas otras que debemos cambiar en nuestro funcionamiento interno, y de ello hablaremos, pero no podemos dedicar ni un minuto a lamentarnos, que nadie lo espere de mí, no podemos pedir tiempo muerto a esos millones de ciudadanos que lo que nos exigen son propuestas y respuestas.

Propuestas y respuestas a las que todos tendremos algo que aportar en un momento en el que de todos vamos a necesitar el mayor esfuerzo y en el que no podemos prescindir de ningún talento.

Propuestas y respuestas entre las que no hay sitio para deudas, trueques ni regateos, porque lo que está en juego –el futuro del Partido Socialista y el proyecto que presentaremos a los ciudadanos– es mucho más importante que todo eso.

Propuestas y respuestas que una vez adoptadas todos debemos defender con una única voz, sea cual sea nuestra responsabilidad y allí donde nos encontremos. Así he entendido siempre mi compromiso con este proyecto y esa será mi posición sea cual sea el resultado de este congreso.

Sólo así, estoy convencido de ello, sabremos mantener la confianza de quienes siguen viendo en nosotros la única alternativa real y efectiva a una derecha que, en apenas unos días, se ha quitado la careta, y así recuperar la confianza de aquellos que se reconocen en esos valores –la honestidad y el trabajo duro, el rechazo a los privilegios, la certeza de que podemos ser más eficientes siendo más justos– que siempre han sido los nuestros y con los que se identifican la mayor parte de los españoles.

No vamos a conformarnos con imaginar el futuro mientras la derecha gobierna el presente, quiero un partido que construya el futuro gobernando el presente y no hay mejor lugar que Andalucía para demostrar que es posible hacerlo.

No hay mejor lugar para decir que la igualdad de oportunidades no sólo debe ser un principio, sino el fin de cualquier gobierno. Que la cohesión social, lejos de estar reñida con la eficiencia económica, es el primero de sus presupuestos. Que no se trata de libertad o igualdad, sino de que la libertad lo sea por igual para todos. Que no es lo mismo apoyarse en la Educación pública, en la Sanidad universal y en los derechos sociales para atacar a la crisis que apoyarse en la crisis para atacar esos derechos que tanto nos ha costado conquistar.

Esos son los valores que, como a tantos compañeros, me trajeron al Partido Socialista. Esos son los valores en los que nos reconocemos y por los que se nos reconoce, sobre ellos hemos construido el mayor período de prosperidad y progreso de la historia de España y sobre ellos tenemos que edificar un nuevo liderazgo social y político del Partido Socialista. Nadie va a convencernos de que no es posible, no a nosotros, no a los socialistas, no en Andalucía.

Esos son los valores que he defendido y defenderé toda mi vida. Los valores que, como a tantos compañeros, me llevaron a comprometerme con este partido. Y desde ese compromiso es desde el que, en el congreso que hoy iniciamos en Sevilla, pediré su apoyo para la Secretaría General del Partido Socialista.

Alfredo Pérez Rubalcaba