Literatura

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«Mis roscones valen tanto como mis trabajos de arquitectura»

Pide a Elena Valenciano que se disculpe por su «burla» en Twiter 

«Mis roscones valen tanto como mis trabajos de arquitectura»
«Mis roscones valen tanto como mis trabajos de arquitectura»larazon

 Nada más entrar en casa de María Navascués se ve un estante lleno de libros de gastronomía. En pocas casas modernas se ven ya libros. En un principio, María debió de pensar que había que separar esos pequeños de cocina de los grandes y muy gráficos de arquitectura, en inglés y castellano.

Éstos están colocados en una estantería de tres pisos, algo más lejos. Pero, con el tiempo, en esas tres baldas, se han juntado los libros de ambos temas, arquitectura y gastronomía, revueltos y juntos. Porque los libros definen una vida. «Es que las dos profesiones están relacionadas desde el punto de vista creativo», cuenta María, que es las dos cosas, y ha trabajado con Alicia Ríos en sus proyectos de urbanofagia, es decir, el estudio de ciudades hechas de comida.

«El modo de trabajar de los cocineros y los arquitectos es parecido: cómo empiezan una idea, cómo la presentan, cómo la llevan a cabo. Yo no me veo como arquitecta o como cocinera o como emprendedora. Yo me veo como creativa», dice María Navascués, de 31 años.

María no era nadie o era como todo el mundo, que vive, tiene Facebook y lee periódicos. Pero el domingo salió en a portada de LA RAZÓN, con otros emprendedores, junto a Mariano Rajoy. «No nos eligió él y tampoco es un montaje fotográfico. Estuvo allí hablando con nosotros», recuerda.

Ella llevaba un roscón entre las manos porque, aunque es licenciada en Arquitectura y está estudiando el doctorado, hace y vende roscones. Por eso, sólo por ser mujer y cocinera, María, que mira la política con la misma distancia que cualquier persona anónima, se convirtió en un motivo de batalla en Twitter. Elena Valenciano, entre otros, quiso encontrar en la foto un símbolo del machismo, de la mujer en su casa.

Y María, que trabaja como autónoma en su estudio de arquitectos ventilacioncruzada.com y en los otros con los que colabora; que tuvo que cerrar su tienda de roscones; que creció viendo a su padre y a su madre trabajar fuera de casa y que, en fin, cree que ver a la mujer como ama de casa es del Paleolítico, estaba ayer sorprendida e indignada, quizá decepcionada: «Me parece que Elena Valenciano opina sin saber e incluso juzga, para lo que muchas veces no estamos preparados.
Cuando se entere de que no había ninguna pretensión detrás, espero que se retracte».

Sus amigos le dicen que esté tranquila, que el ruido mediático pasa en un par de días. Pero ella busca una explicación. «Supongo que están exaltados por la cercanía de las elecciones y que desde el PSOE quieren hacer daño a Rajoy. A mí la política no me gusta y ahora algunos políticos me han decepcionado».

A los cinco años ya sabía que quería ser arquitecta y ya mayor, como a su padre le gustan tanto los roscones, decidió que tenía que hacerlos. No es fácil encontrar la receta, pelearse con la masa, dar con un sabor distinto. No es fácil venderlos tampoco. La tienda en el Mercado de la Paz cerró y ahora los vende en encargaturoscon. com. «Mis roscones valen tanto como mis trabajos de arquitectura», cuenta. «Tampoco entiendo por qué se mira tan mal la profesión de cocinera».

Espera una disculpa y que el asunto no se alargue. Quiere seguir a lo suyo, intentar exhibir en ARCO o entrar en la Fundación de Adriá. Es como cualquiera: arquitecta y cocinera y bilingüe y emprendedora. Se enganchó a Italo Calvino por «Las ciudades invisible» y «El barón rampante». Y es mujer.