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Familias que devoran a sus hijos por Francisco Pérez Abellán
Diecinueve niños, entre ellos varios bebés, perdieron la vida el pasado año a manos de sus padres. Hasta 23 personas murieron por voluntad de sus progenitores. La cifra coincide con la de 2010, también con veintitrés muertos, aunque en aquel periodo fueron 21 menores. Un nivel de infanticidio alto que nadie se explica bien.
El director del que fuera Centro Reina Sofía para el Estudio de la Violencia, José Sanmartín, con sede en Valencia, afirma en uno de sus libros, «La violencia y sus claves», que según autores como Gelles y Straus «la familia es la institución más violenta de nuestra sociedad, con excepción del ejército en tiempos de guerra». Otra cifra que marea son los 246 fallecidos a manos de padres o padrastros entre 1990 y 2011, de los que 207 eran menores, lo que incluye recién nacidos abandonados que fueron encontrados una vez fallecidos. Según la antigua Secretaría de Estado de Igualdad medio millón de niños sufrieron agresiones físicas directas debido a violencia de género.
El Centro Reina Sofía difundió una encuesta en relación a los infanticidios de 2010 que pretendía dejar patente la relación entre estas muertes y la violencia de género. De los fallecidos, al menos once recibieron la muerte de parte de uno de los progenitores, en situación de violencia doméstica. Un informe anterior del Reina Sofía, en 2008, destacaba que entre 2009 y 2007 cincuenta y nueve menores habían sido asesinados en el ámbito familiar y, en concreto, cuarenta y ocho fueron muertos por sus padres tras grandes palizas. Ya no habrá más informes del Centro Reina Sofía, único en España en su género, porque, aunque cumplía una función muy necesaria y con muy poco presupuesto, ha desaparecido por la crisis.
De los niños asesinados en España, el 26% muere por una paliza, el 19% abandonados, el 14% de un golpe contundente y 12%, por arma blanca. Algunos menores murieron en un incendio provocado, ahogados, asesinados con armas de fuego, envenenados con fármacos o empujados por un balcón.
Los homicidios de violencia doméstica se multiplican porque la política criminal no ha logrado emitir un mensaje disuasorio, que esperemos que sea ahora producto de la nueva administración del Ministerio del Interior. Y por supuesto, donde más muertes de niños se dan es en el marco de la familia tradicional, porque ésta es infinitamente más frecuente que la monoparental o la formada por dos personas del mismo sexo. Antes de cerrar sus puertas, el Centro Reina Sofía concluye que de cada grupo de progenitores homicidas seis son mujeres y cuatro hombres, lo que casa mal con el intento de vincularlo a la violencia de género. Los estudiosos que han pasado al desempleo, afirmaban que nueve de cada diez agresores no tenían estudios, o sólo primarios, y el 75% estaban desempleados, incluidas, claro las amas de casa. De todos ellos, un tercio era dependiente de sustancias tóxicas, como alcohol, los hombres, y otras drogas, las mujeres.
La conclusión es que el Centro Reina Sofía hay que volverlo a abrir, con mayor componente de criminólogos, y examinar a fondo todos esos elementos criminógenos de componente social, que han empeorado la situación de los niños en España, especialmente los expuestos a la violencia y el asesinato.
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