Afganistán

Desfile a paso ligero

La Razón
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Como es muy razonable, la austeridad también alcanza al desfile militar que hoy, con motivo del Día de la Fiesta Nacional, se realizará en el madrileño Paseo de la Castellana. Participarán menos soldados, menos vehículos y menos aeronaves. El Gobierno espera ahorrar así un 20% de gasto, decisión que es acertada. Otra novedad relevante será la presencia en la parada militar de las banderas de nueve países hispanoamericanos que este año celebran el bicentenario de su independencia. Al igual que sucede en Francia y Reino Unido, donde no es excepcional que las tropas de sus antiguas colonias desfilen junto a las de la metrópoli, es un hecho positivo que España acoja en su día grande las enseñas de las repúblicas hermanas que hace dos siglos se desgajaron del tronco común. Aunque haga ya más de veintitrés años que la festividad del 12 de octubre ya no alude a la Hispanidad, lo cierto es que en este día siguen latentes los lazos que unen a la comunidad hispanohablante a ambos lados del Atlático, de ahí que la jornada de hoy posea una carga simbólica nada desdeñable, realzada por el aún fresco Nobel de Literatura a uno de los más grandes orfebres del idioma compartido. Dicho lo cual, parece que con los gobiernos socialistas el desfile de este día está condenado a enredarse en alguna absurda polémica o a malbaratarse en decisiones inexplicadas e inexplicables. La pendencia de este año está relacionada con la arbitraria lista de invitados, de la que se han excluido a todos los diputados y senadores, salvo los elegidos por Madrid y a los integrantes de la Comisión de Defensa. Es de todo punto indefendible la decisión de la ministra Chacón, más ocupada últimamente en ejercer de escudera del secretario general del PSOE y en meterle el dedo en el ojo a Rajoy que en organizar el acto central de la primera fiesta de España. Aunque sólo fuera porque el anfitrión de la parada es el presidente del Gobierno, la ministra debió haber evitado la gresca estéril, pero ha preferido aligerar el paso y echarle la culpa al alcalde de Madrid para justificar su error. Salvo que no se trate de un error y Chacón haya pretendido blindar a Zapatero de los pitos y abucheos del público, que van camino de convertirse en un clásico. No está el horno para bollos y aunque la abnegación de los militares españoles no necesita demostración, el tijeretazo a sus sueldos no es precisamente un relajante emocional. Habría sido preferible que la ministra de Defensa se hubiera centrado en destacar las novedades del enorme esfuerzo, en medios materiales y en sangre derramada, que las Fuerzas Armadas están llevando a cabo en diversas misiones internacionales, especialmente en Afganistán. Los últimos doce meses han registrado cambios sustanciales en el teatro de operaciones donde nuestras tropas se juegan la vida casi a diario, pese a que el Gobierno insiste en ocultar la naturaleza de guerra abierta a la que se enfrentan. Los complejos ideológicos que motivaron la vergonzante salida de Irak siguen todavía atenazando a los gobernantes socialistas, de ahí que sean incapaces de organizar con la unanimidad exigible el día de la Fiesta Nacional en torno a nuestros Ejércitos.