Literatura

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Los mitos de Yeats

La Razón
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«El hombre que soñó con el país de las hadas», «La canción del errante Aengus», «A un espectro». Los poemas que W. B. Yeats consagró a la mitología irlandesa abundan en su obra, desde «Las errancias de Oisin» (1889) hasta «Últimas poesías» (1939). Antonio Rivero Taravillo, que ofreció la poesía completa del irlandés, señalaba las alusiones legendarias de sus poemarios, cuya lectura se enriquece con esta novedad de Acantilado que no incluye la nota introductoria que Yeats escribió para la edición de 1925. Tampoco se han conservado las notas que Marías y García Reyes dieron en su día, aunque se ha ampliado el glosario de dioses que se adjuntara a «El crepúsculo celta».
 En él, Yeats camina alrededor del monte Ben Bulben de Sligo para que los campesinos le cuenten historias. La impresión es evidente: «En Irlanda este mundo y el mundo al que vamos después de la muerte no están muy separados». Son anécdotas del folclore gaélico que para Yeats tienen la nobleza de la aristocracia del pensamiento, que tendrán su continuación en «La rosa secreta», «Historias de Hanrahan el Rojo» y «La rosa alquímica, las tablas de la ley y la adoración de los magos», todos de 1897. Mención aparte merecería «Per amica silentia lunae» (1917), una joya ensayística donde aparece, en su plenitud, la visión poética del autor dublinés.