Singapur

La educación en España por Antonio Cabrales

La Razón
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Los resultados de los exámenes estandarizados como el examen de PISA dicen que España no está lejos de la media de la OCDE. Para una media de 500, España tiene 481 en lectura, por ejemplo. Yendo a comunidades de renta más cercana a la media europea, para tener una comparación más homogénea: Cataluña tiene 498 en lectura y Madrid tiene 503. Sin embargo, estas medias esconden una disparidad notable con otros países: Cataluña y Madrid tienen porcentajes de estudiantes con resultados muy malos (menor o igual a 1 en una escala de 6), del 13,5% y 13,1%, claramente inferiores a países comparables (la media de la OCDE es del 19,7%, el valor de Francia; Reino Unido y Alemania tienen un 18,5%), llegando a niveles parecidos a algunos de los «campeones» de PISA, como Japón y Singapur. Los resultados en los dos niveles más elevados (5 y 6) son mucho más decepcionantes. En este caso, Cataluña tiene en estos niveles elevados un 3,6% y Madrid, un 5,9%, significativamente por debajo del promedio de la OCDE del 7,6%; 8% de Reino Unido o el 9,6% de Francia. En matemáticas la situación es parecida. Otro problema importante para España viene de los datos relativos al abandono escolar temprano: un 29%, el doble de la media de la UE-27, a la altura de Portugal y sólo superada por Malta y Turquía.

¿Qué hacer para corregir estos problemas? Una reforma clave consiste en permitir que los centros tengan cierta autonomía en la configuración de sus plantillas, eligiendo y, eventualmente, incluso rechazando, dentro del colectivo de profesores acreditados para ejercer la profesión. Por otro lado,es importante que existan instrumentos, incluidos los monetarios, para que los buenos profesores que se han contratado sigan motivados y esforzándose. Pero esta autonomía es inútil si al mismo tiempo las escuelas no rinden cuenta de los resultados. Los gestores tienen que asumir las consecuencias, positivas y negativas, del funcionamiento de la escuela. Obviamente, esto requiere una labor cuidadosa de medición, para que no se premie a alguien simplemente por «tener la suerte» de atraer a buenos alumnos. Pero puede y debe hacerse. Nos va mucho en ello.

 

Antonio Cabrales
Catedrático de Economía de la Universidad Carlos III de Madrid