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El Madrid acelera y se destaca tras ganar al Getafe

El Getafe planteó dificultades, encajó un penalti que no fue; pero no pudo frenar al líder, vencedor por 4-2, con goles de Benzema (dos), Cristiano e Higuaín, que salió en los últimos minutos. 

Los jugadores celebran el gol de Hugaín, cuarto y último del Madrid
Los jugadores celebran el gol de Hugaín, cuarto y último del Madridlarazon

Dejó escrito Balzac que «la resignación es un suicidio cotidiano». Contra el Madrid y el Barcelona los rivales no se resignan, no salen derrotados del vestuario, pero cualquier esfuerzo que hacen en pos de una victoria, un empate balsámico o una mínima y digna capitulación, indefectiblemente les conduce a la guillotina, a arrodillarse, poseídos de un poder sobrenatural, hipnotizados, y a dar una patada a la estaca que sujeta la cuchilla. Es la causa de las goleadas que recibieron el Zaragoza y el Villarreal en la primera jornada de Liga que era la segunda. Pero el 4-2 que encajó el Getafe es un peligroso hábito del Madrid, ahora líder solitario.

La Real Sociedad adelantó la defensa y abrió la portería de par en par, luego corrigió y el 0-2, aquella losa, se convirtió en 2-2. ¿Una Liga bicéfala? El Getafe entró en el Bernabéu con un lastre de ocho ausencias, ocho futbolistas buenos, ocho incordios más frente al todopoderoso. Ajeno a la cita de Balzac, anunció con horas de antelación el suicidio involuntario o, en su defecto, alertó al Madrid de su debilidad para proceder a la eutanasia. Cuando a los 14 minutos marcó Benzema, pareció que la suerte, del «Geta», estaba echada. Y no, antes del descanso Miku hizo el 1-1.

Ángel Torres tiene ojo clínico para fichar entrenadores; salvo en el caso de Víctor Muñoz, crónica de una muerte anunciada, ha acertado siempre. Con Luis García, un atlético que multiplicó por cien la fiabilidad del Levante, previsiones catastróficas como las que aparecían en la letra pequeña de este partido podrían ser anuladas. El esplendor madridista en La Romareda, aquel imponente 0-6; la puesta a punto de «Mou», la ambición desde el minuto uno al 93 son virtudes que, en teoría, han de encoger al contrario.

Contra el Madrid, este poderoso Madrid, los milagros sólo los haría Mourinho si en lugar de alinear a Casillas en la portería situara entre los tres palos a Cristiano Ronaldo y a Iker al lado de Xabi Alonso. Mourinho, después de aquel 5-0 en el Camp Nou, ya no da tres cuartos al pregonero. Apuesta sobre seguro y con un espíritu ganador tan grande como el de su entrega y la de sus hombres. Celebró en el banquillo el gol de Benzema, tras una combinación perfecta de Coentrao y Özil que el francés, jugadorazo, remató como sólo lo hacen los superclase. Y se tiró de los pelos cuando Coentrao falló los tres cuartos de gol que le entregó Benzema. La respuesta del Getafe fue un centro de Pedro Ríos que Marcelo despejó contra su palo, ¡qué susto!, y acto seguido, el empate.

Coentrao no estuvo afortunado en el remate y en el gol de Miku se despistó. Salieron Carvalho y Pepe raudos para provocar el fuera de juego, pero su compañero se enganchó y Miku, de tiro raso y pegado al palo, hizo el 1-1. Aviso y gol. Y la resurrección de los tópicos para llevar la contraria a Balzac: «No hay enemigo pequeño», «fútbol es fútbol», «en fútbol dos y dos no siempre son cuatro...», total, que el Getafe, disciplinado, aunque inferior al Madrid, sacaba brillo a su fundamento. Juega con un patrón, un 4-1-4-1 espléndido y bien ejecutado; toca el «acordeón» con tanta destreza que el repliegue y el contraataque conforman una pieza maestra.

La seriedad del Getafe dificultaba las acciones del Madrid. Özil y Di María no desequilibraban y Cristiano apenas aparecía, hasta que en el minuto 50 su chilena acabó en el palo y en el 59 Cata Díaz le hizo falta fuera del área que Clos Gómez vio dentro. «CR7» tiró el penalti, 2-1, protestas de Luis García. La acción, injusta a todas luces, no hizo sino remarcar el favoritismo del poderoso y despistar al modesto, ahora con una tendencia suicida auspiciada por la derrota que, por el fútbol que desplegaba, no contemplaba.

Cristiano «tocó pelo» y se creció. Despertó la fiera dormida y envió un centro a Benzema que cogió a Moyá a contrapié y Karim remató sin oposición. El 3-1 se antojaba la sentencia; sin embargo, Luis García hizo un par de cambios, no quería perder, y apareció Güiza. El primer balón que tocó lo despejó Casillas con apuros y el rechace lo recogió Miku, quien sentó a la defensa y chutó pegado al poste, donde no llegaba el portero. El 3-2 ya no parecía un resultado definitivo y el Madrid esperaba que Kaká, sustituto de Di María un minuto antes del gol, mejorara el aspecto ofensivo de su equipo. Pero quien aseguró el triunfo fue Higuaín, que se fabricó el 4-2 para dejar constancia de que en su equipo hay pólvora para regalar, y, por contra, regalos defensivos impropios de un equipo tan poderoso como contundente.

Mourinho, camino de los 30 puntos
Mourinho exige, a los futbolistas, a los médicos, al cuadro técnico, a los jardineros y al que abre la puerta en Valdebebas. Es un ganador..., que se ha encontrado con el Barcelona mejor de la historia, con la fatalidad que tuvieron Bugno, Chiappucci o Rominger al coincidir con Indurain. Para este inicio de curso se ha marcado una meta: sumar 30 puntos en los diez primeros partidos. Diez victorias en diez encuentros para llegar, si fuera posible, destacado al primero de los clásicos ligueros, el 11 de diciembre en el Bernabéu, contra el Barça, naturalmente. Por ahora, ya ha conseguido lo que se proponía, dos partidos, dos triunfos, diez goles a favor y cuatro en contra, y dos puntos de ventaja sobr el conjunto azulgrana, el rival. Sin embargo, la victoria contra el Getafe no fue fácil, no un paseo como podía esperarse, por tener enfrente a un equipo con ocho ausencias significativas. Pero lo que cuenta es el final: dos partidos, seis puntos.