Cataluña

Rajoy confía en afianzar su estabilidad

Observa la cita electoral con tranquilidad: cree que el problema lo tiene Rubalcaba. Su preocupación no es de partido, sino de Estado

El candidato a la Xunta por el PP, Alberto Núñez Feijóo, dedicó la mañana de la jornada de reflexión a hacer deporte para dejar atrás las tensiones de la dura campaña electoral. Rodeado de un enjambre de periodistas, apenas tuvo un segundo para no pensar
El candidato a la Xunta por el PP, Alberto Núñez Feijóo, dedicó la mañana de la jornada de reflexión a hacer deporte para dejar atrás las tensiones de la dura campaña electoral. Rodeado de un enjambre de periodistas, apenas tuvo un segundo para no pensarlarazon

MADRID- El PP se juega las elecciones en Galicia. Como partido, porque como Gobierno sabe que el problema le vendrá del País Vasco y, más tarde, de Cataluña. Pero en clave puramente partidista, para él la contienda es gallega. Y allí el presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, ha dejado su suerte en manos del que hoy aspira a revalidar su cargo como presidente de la Xunta, Alberto Núñez Feijóo. Él ha decidido la estrategia y él ha fijado el mensaje en una campaña muy pegada al terreno. La «marca Feijóo», como ejemplo de gestión y de austeridad, ha sido el eslogan para combatir las impopulares medidas que el Ejecutivo ha tenido que adoptar desde que se inició la legislatura.

Cosas de la política, de nuevo Galicia es la tierra en la que Rajoy puede conseguir el oxígeno necesario para ganar el tiempo con el que dar la vuelta a la situación: antes política, ahora económica. Ya ocurrió en 2009. Entonces la victoria le sirvió para cambiar el curso de su travesía por el desierto de la oposición y comenzar la remontada electoral que le llevaría hasta La Moncloa.

En esta ocasión el presidente del Gobierno está convencido de que su tierra no va a ser tampoco una piedra en su camino sino que sellará la estabilidad de su mayoría absoluta. «Un buen resultado nos evitará un desgaste añadido. Pero después de las elecciones nuestros problemas seguirán siendo los mismos: empleo, crecimiento y financiación», sostienen, realistas, fuentes cercanas al presidente.

Aunque estas elecciones, las gallegas, se leerán como un plebiscito sobre la política de Rajoy, de lo que precisamente más se ha distanciado Feijóo en su campaña, en el PP están convencidos de que quien de verdad está ante una prueba de fuego es el líder socialista, Alfredo Pérez Rubalcaba.

Resultado amortizado
En el País Vasco un discreto resultado del PP se da por amortizado. Es verdad que hay un sector crítico con la gestión de la cuestión vasca y que en él hay voces destacadas dentro del partido que no han disfrazado en público su malestar, como es el caso del ex ministro Jaime Mayor Oreja. Pueden reaccionar si las cosas no van bien, pero hoy no tienen en ningún caso la fuerza necesaria para llegar a hincarle el diente a Rajoy. Y casi lo mismo puede decirse de Cataluña. En los dos casos, la preocupación del PP no es ya tanto de partido, siempre y cuando aguanten el tipo, como de Estado, por la evidente crisis de cohesión.

Pero en esa primera lectura de lunes sobre qué siglas ganan y quién pierde, desde la «cocina» de Génova anticipan que si se confirman las encuestas Rubalcaba tendrá que administrar un «importante problema que engordará tras las catalanas». «Su crisis interna es cada día más evidente. Después de haber ganado un congreso como lo ganó, sólo las urnas pueden darte fuerza para aguantar. De ellas consiguió Rajoy el poder necesario para silenciar a sus críticos», recuerdan ahora aquellos que se alinearon con el «marianismo» cuando el PP se batía internamente en la oposición por su liderazgo.

Así que el presidente del Gobierno, según sus más cercanos, observa esta noche electoral con esa tranquilidad pasmosa que desespera incluso a muchos de los suyos. Y hay que reconocerle –destaca un ministro—que «estando donde está, con un suelo de porcelana, no podía haber llegado en mejores condiciones a esta cita con las urnas».

Balas en la recámara
Sin haber pedido el rescate y con la prima de riesgo lo suficiente embridada como para silenciar algunas de las alarmas que han llegado a sonar no hace mucho. Todo cuadra si Feijóo consigue la mayoría absoluta. Si no, habrá que volver a empezar a escribir el relato. Aunque también en este caso Rajoy tiene sus balas en la recámara: la estabilidad de su mayoría absoluta seguirá intacta y desde dentro nadie se atreverá a organizarle ningún motín. «Y fuera ya está hecho a las críticas y acostumbrado a aguantar. La resistencia la tiene bien probada», añade el citado ministro, uno de los de más confianza del presidente.