Sevilla

Bandolerismo de nuevo cuño por José Clemente

La Razón
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Lo único que nos faltaba por añadir a la pócima independentista del País Vasco y al foralismo de nuevo cuño planteado por Cataluña a cuenta del llamado Pacto Fiscal, es el bandolerismo que supura Sierra Morena con el alcalde de Marinaleda y diputado de IU en la Asamblea andaluza, Juan Manuel Sánchez Gordillo, una especie de «ayatolá» cuya última hazaña bélica ha consistido en desafiar al Estado de Derecho al robar en dos grandes almacenes, uno de Écija y el otro de Arcos de la Frontera, grandes cantidades de alimentos que iban a ser destinados a un comedor social de Sevilla. Interior ya ha ordenado su inmediata detención, que es lo que toca, mientras el demagogo y grotesco alcalde dice que ha hecho lo que Robin Hood o cualquier bandolero del siglo XXI habría hecho. Lo malo de todo esto no es que lo diga, sino que se crea sus propias payasadas. Sea lo que fuere, bien por su talante histriónico o que de verdad se cree sus bufonadas, el alcalde y diputado de IU debe rendir cuentas de sus actos a la justicia como cualquier otro ciudadano español de a pie, o en bicicleta, de cuello blanco, o de cuello oscuro, asaltador de Bancos o simple ladrón de gallinas, porque en caso contrario justificaríamos que, a otros niveles, se produzcan desobediencias autonómicas, objeciones de todo tipo, o, incluso, se incumplan las leyes en función del lado en el que se encuentre uno de la línea roja.
Nadie puede o debe tomarse la justicia por su mano, porque entonces viviríamos en la selva, se impondría la ley del más fuerte y al alcalde de Marinaleda alguien le podría aplicar aquello del ojo por ojo y diente por diente. Algún dueño de esos supermercados, por ejemplo, lo que sería tan criticable como lo que ha hecho Sánchez Gordillo. Ni a nivel personal y mucho menos colectivamente se pueden llevar las cosas a semejante paroxismo. Sabemos que la fontanela no se cierra para todos el mismo día y hay quien la tiene seis escasos meses y quien la arrastra, como el alcalde de Marinaleda, toda su vida. Pero Gordillo, miren por donde, no tiene de tonto un pelo y con su asalto al supermercado ha puesto en cuestión el pacto andaluz PSOE-IU, pues los primeros quieren que rinda cuentas a la justicia, mientras que, para los segundos, no es más que una marinaledada, es decir, una bromica de Sánchez Gordillo, al tiempo que le recuerdan a Griñán que para gravedad, gravedad, lo ocurrido con el «escándalo de los ERE», que antes o después acabará pasando factura al presidente andaluz y a sus socios de Gobierno, si es que aún queda vergüenza ajena en este país nuestro. Y a Sánchez Gordillo, pues que se ha pasado 27 pueblos, sobre todo con el ejemplo que incita a robar aquello que no poseemos, porque en eso debe consistir el ser de izquierdas.