Sexo
La nueva cara de un viejo conocido por José Antonio VERA
Pasó el tiempo y llegamos a pensar que el Sida había dejado de ser un problema, pero no es verdad. La realidad es que se ha bajado la guardia y esto está produciendo en la actualidad un repunte de la enfermedad que viene de Asia y los países del este europeo. ¿El motivo? La epidemia procede de los países de esas zonas hasta Europa, dado que allí no fueron tan escrupulosos como en Occidente a la hora de evitar comportamientos de riesgos. Toxicómanos y prostitutas de estos países se han instalado entre nosotros provocando un aumento en el número de casos, incluido en el colectivo gay. Además hay un problema añadido, no menor: la Sanidad pública carece de fondos suficientes para costear los antirretrovirales y no puede facilitar los de última generación, agrupados en una sola pastilla, por lo que se opta por el suministro de genéricos en varias dosis. Si además resulta que la ONU carece de fondos suficientes para pagar medicamentos adecuados en el Tercer Mundo, el resultado es un panorama desalentador, que no induce al optimismo.
La cuestión es que 28 años después de que fuera aislado el virus, la vacuna sigue sin existir. Hay avances y esperanzas, pero nada más. Cierto que se ha logrado convertir al Sida en una enfermedad crónica, particularmente en Occidente, pero en África mata cada día a miles de personas. Mantener el VIH a raya implica no bajar la guardia en prevención, sobre todo en lo que se refiere al uso de jeringuillas y preservativos. Ambas cosas parecen haberse revelado como fundamentales en Europa y Norteamérica. Los avances son muy lentos, aunque se producen. Surgen nuevos fármacos que salvan vidas, si bien los efectos colaterales siguen siendo elevados y perniciosos. Actualmente las medicinas combaten al VIH dentro de la célula, y desde ahí impiden su replicación. Se trata de hacerlo también desde fuera, reduciéndose el número de píldoras que deben ingerir los afectados. Los avances farmacológicos no esconden la cruda realidad de una enfermedad que está lejos de ser controlada. El hambre o la sub-alimentación en continentes como el africano hacen que la pandemia sea devastadora. Una buena nutrición demora el paso del VIH a las enfermedades asociadas, puesto que mejora mucho la calidad de vida de los enfermos, y propicia un adecuado funcionamiento del sistema inmunológico, que es la protección más eficaz del organismo contra las infecciones. También se sabe que para fortalecer las defensas es importante una correcta nutrición, que redunda en una mejor respuesta de los linfocitos T productores de Interferón, un agente natural que combate los virus. Las vitaminas intervienen en la formación del colágeno, esencial para las membranas de la células que son barreras naturales, y ayudan en la producción de inmunoglobulinas contra las infecciones. Sin olvidar que minerales como el zinc, el hierro o el selenio contribuyen a la producción de linfocitos o al fortalecimiento del sistema inmune en general.
Otra cuestión en la que trabaja la Ciencia es en averiguar los mecanismos genéticos por los cuales determinadas personas son resistentes al VIH. Es decir, adquieren el virus pero éste no llega a desarrollarse en ellos gracias a que portan una mutación del denominado receptor CCR5-delta 32 que evita la entrada del VIH en las células inmunes. Al parecer, se trata de una mutación relativamente frecuente en la población europea (en torno al diez por ciento), mientras que es prácticamente inexistente entre africanos y asiáticos.
Se está intentando alterar una proteína que es fundamental para que el virus penetre en la célula. Se trata de modificar la rigidez de la membrana plasmática de los linfocitos T. El problema es que sólo ha sido posible hacerlo in vitro, no en humanos, por lo que aún no tenemos vacuna, pese a que se han identificado hasta tres anticuerpos naturales capaces de neutralizar hasta el 90 por ciento de los VIH. De manera que con relación al Sida seguimos donde estábamos, aunque un poco peor, pues no sólo no se avanza sino que, como consecuencia de una bajada de guardia en el mundo civilizado, hemos retrocedido en prevención.
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