Nueva York

Portman el lado más perverso de la danza

En 1999 «Vanity Fair» publicó en portada el siguiente titular: «¿Natalie Portman para presidente?». Sólo tenía 17 años, pero según el titular, apuntaba maneras. Ahora está a punto de cumplir los 30, pero su protagonismo se ha agigantado. Y eso es todo un logro para los niños prodigio de Hollywood.

Trabajo extenuante: Portman (en una escena del filme) se preparó a conciencia para el papel
Trabajo extenuante: Portman (en una escena del filme) se preparó a conciencia para el papellarazon

La razón por la que todo vuelve a girar en torno a ella se debe a «Cisne negro». A la actriz le ha costado tiempo romper con esa imagen de joven frágil e inocente a la que nos tenía acostumbrados, pero cuando ha dado el paso no ha dejado a nadie indiferente. La ingenuidad se evapora y llega una Portman maquiavélica, perversa. El cambio desconcierta, engancha y encandila a la crítica. Desde su estreno no ha parado de cosechar éxitos. Primero llegó el Globo de Oro, después el Bafta, y ya se da por hecho que se llevará el Oscar. Además, la película también está nominada a otras cuatro estatuillas, incluida la de mejor director.

«Hay un antes y un después en mi carrera y en mi vida tras este papel», dijo la intérprete durante la presentación de la cinta en Londres embarazadísima. «Nunca antes había hecho nada parecido». Portman da vida a Nina, una bailarina de una compañía de la ciudad de Nueva York. Su técnica es simplemente perfecta, pero cuando el director artístico Thomas Leroy (Vincent Cassel) la elige para protagonizar «El lago de los cisnes» empieza una inquietante lucha interior por conseguir entender el lado oscuro que le requiere el personaje.

Ella vive atrapada por una madre sobreprotectora, una ex bailarina con carrera frustrada. Por más que lo intenta, Nina no logra conectar con el lado siniestro que le pide su nuevo papel. El trabajo y el esfuerzo ya no lo son todo. Ahora es necesaria una libertad osada que no posee.

Es su rival Lily (interpretada por Mila Kunis), la artista suplente a la que la sensualidad le sale de un modo natural y peligrosamente impecable. Entre las dos se crea una inquietante relación con alta tensión sexual que lleva a protagonizar incluso una escena lésbica en el intenso «thriller» psicológico. «Me gusta la manera en que se miden y se miran cuando se encuentran por primera vez, algo que hacen las chicas habitualmente –señala Portman–. Es un mecanismo de supervivencia y ella debe conocer a su máximo competidor».

Un año de preparación

De alguna manera, la intérprete de «La guerra de las galaxias» y «Closer» se sintió identificada con Nina, ya que cuando era pequeña también intentaba complacer a todo el mundo: «Con el tiempo he aprendido y ya no trato de buscar la aprobación de los demás, hago lo que me reporta satisfacción a mí misma». La preparación física supuso un auténtico reto. Comenzó a entrenar un año antes del rodaje, con un estricto programa diseñado por expertos, para lograr en tiempo récord pasos de auténtica profesional. Su compromiso superó todas las expectativas, y fue capaz de bailar el 90 por ciento de las escenas. Había hecho ballet desde los 5 hasta los 13, cuando obtuvo el primer papel de su carrera con «El profesional». Sin embargo, retomarlo a los 28 resultó bastante complicado. «Es una edad ya casi de prejubilación para una bailarina. Entrenaba más de cinco horas al día de lunes a domingo y después tenía que hacer natación y distintos ejercicios para evitar las fracturas».

Pese a la disciplina, sufrió una dolorosa lesión de costilla. «Tuve que padecerla durante casi la mitad de rodaje. No quiero ni recordar lo duro que fue», cuenta. «Pero resulta difícil quejarse cuando ves que los profesionales no dejan de bailar. Bailan constantemente con lesiones muy graves, como esguinces de tobillo. Están acostumbrados a trabajar con dolor». La primera vez que Portman escuchó hablar del personaje de Nina fue hace más de diez años, cuando el director Darren Aronofsky la citó en un café en Times Square. El realizador tenía muy claro que ella sería la bailarina. No sólo por sus conocimientos de ballet, sino también por su formación en Psicología (está graduada en la universidad de Harward).

Fue difícil hacer coincidir agendas, pero finalmente llegó el momento. Cuando recibió el guión definitivo, lo leyó una y otra vez. Normalmente tarda un par de días en decidirse por un trabajo, pero este proyecto era distinto. Sólo contestó al director cuando supo que estaba dispuesta a romper durante un año con todo. «Le permití a Darren que mi vida sufriera un parón durante todo este tiempo y me surmergí en una existencia monacal en la que todo era por y para el ballet. Cuando empezó el rodaje resultó aún más intenso. Normalmente desconectas en el momomento en que llegas a casa, pero en el caso de Nina era absolutamente imposible», relata.

Cuando Aronofsky vio que el rodaje comenzó a alargarse, lo que más le preocupó era tener que decirle que debía alimentarse de zanahorias y almendras durante otras tres semanas más. Según el realizador, Portman todo este tiempo sufrió por no comer. Adelgazó 10 kilos para el papel, aunque el esfuerzo físico realmente la ayudó a entender la parte emocional del complejo personaje. «Lo que Nina busca es la perfección, algo que únicamente puede existir durante un breve y fugaz momento, pero, como todos los artistas, puede llegar a la autodestrucción con tal de lograrla». Había noches en las que creía literalmente que se iba a volver loca. Se levantaba a las cinco de la mañana, rodaba y volvía a entrenar. Y así un día, y otro y otro. El papel, qué duda cabe, le ha dado una oportunidad única de cambiar de registro, de «graduarse como actriz». Además, personalmente también la ha cambiado, ya que fue en el set de rodaje donde conoció a su prometido, el coreógrafo y bailarín Benjamin Millepied, padre del que será su primer hijo.

Otra luchadora

La actriz tiene aún pendientes de estreno cinco títulos en los que alterna diferentes registros, entre ellos, «Thor», junto a Chris Hemsworth, el recién estrenado marido de Elsa Pataky. Aunque Aronofsky empezó a pensar en la historia de «Cisne negro» hace quince años, el director considera que la cinta es intencionadamente un complemento a su otro gran éxito, «El luchador». El vínculo: los límites físicos o la confusión del alma. «Algunas personas dicen que el "wrestling"(un tipo de lucha) es la menor de las expresiones artísticas y otras dicen que el ballet es la mayor expresión del arte; sin embargo, esencialmente son lo mismo. Mickey Rourke interpretando a un luchador experimentaba algo muy similar a la bailarina que interpreta Natalie Portman», señala el realizador. «Ambos utilizan su cuerpo para expresarse, y tienen miedo a lesionarse porque sus cuerpos son la única forma de expresión que poseen. Lo que me interesaba era averiguar la relación entre las dos historias en lo que a priori podrían parecer mundos sin conexión ninguna».