El metatexto

El último libro de Luis García Montero, «Un invierno propio», es un tratado de buena poesía. Sólo los grandes autores tienen la capacidad de convertir un texto en metatexto, de dotar a cada palabra con un fundamento de autoconciencia capaz de transparentarlas: la escritura dice y se dice. Y es dicho comportamiento esquizoide de las palabras lo que distingue este nuevo conjunto de poemas. Atendiendo a este comportamiento doble de las palabras, no es de extrañar que la propuesta realizada por el libro se deba leer, igualmente, en dos planos de desarrollo diferentes, pero complementarios: de un lado, el de los títulos, convertidos en algunas de las proposiciones aforísticas más brillantes escritas en castellano en los últimos tiempos; y, de otro, el de los poemas, en los que la intensidad de los asertos iniciales se torna en demora, en «ex-tensión» de la escritura hasta diluir las marcas de estilo en una naturalidad asombrosa.
Conviene indicar que los aforismos están construidos a modo de un oxímoron, de un imposible encargado de condensar el sustrato paradójico y conflictivo de cada poema, que no debe sorprender en la medida en que el autor articula una mirada holística sobre el mundo, nada está excluido de antemano, ningún detalle es ahorrado de participar en una convivencia que todo lo abarca y en la que ningún subsistema de cosas es tachado de extraño o inadecuado.