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La Unión Europea al ralentí

Los líderes europeos predicen un año lleno de dificultades y sacrificios. La canciller alemana advierte de que el Viejo Continente se enfrenta a su «prueba más severa»

La Unión Europea al ralentí
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Europa inicia el cuarto año consecutivo de turbulencias desde que en 2008 estallara la crisis financiera. La maquinaria de los Veintisiete avanza a un ritmo muy inferior de lo normal y amenaza con quedarse en punto muerto. La canciller alemana, Angela Merkel, advirtió en su discurso televisado de Año Nuevo de que Europa se enfrenta a su «prueba más severa en décadas». «El camino para superar la crisis será largo y no estará libre de reveses, pero, al final, Europa surgirá más fuerte de cómo estaba», dijo, según Reuters, la canciller en una escueta concesión al optimismo.

El presidente francés, Nicolas Sarkozy, puntualizó que la crisis todavía no ha terminado. Una posición de contingencia que también mantuvo el jefe del Estado italiano, Giorgio Napolitano, quien avisó a sus conciudadanos de que habrá que asumir más sacrificios para evitar el «colapso financiero». 2012 es un año clave para la Unión Europea y ningún dirigente pudo eludir esta responsabilidad. El primer ministro griego, Lukas Papademos, precisó, en este sentido, que los tres primeros meses serán «críticos» para la continuidad de su país en la moneda única. Grecia sigue moviéndose sobre el alambre.


Un año peor que 2011

Los economistas, que auguran una caída de la economía europea en el primer semestre, van en aumento. Incluso el motor de la Unión Europea, Alemania, está amenazado. Merkel advirtió el sábado de que, a pesar de que el año que ha concluido la economía alemana se ha comportado relativamente bien, «no hay duda de que este año va a ser más difícil que en 2011». El presidente francés, que inaugura el año electoral con su adversario socialista, François Hollande, por delante en las encuestas, insistió en que el país debe acometer reformas estructurales. Sarkozy presentará su paquete de medidas con las que espera evitar la degradación de su deuda después de la reunión con los agentes económicos y sociales del día 18 de enero.

A finales de este mes también está previsto un encuentro entre el presidente francés y la canciller alemana con el que pretenden agilizar el proceso de reforma fiscal que se prevé complicado. El veto de Reino Unido en la cumbre del pasado 8 y 9 de diciembre supuso el primer torpedo a la unidad de la UE y a su continuidad en los términos actuales.

Dinamarca, que no forma parte del euro, asumió ayer la Presidencia rotatoria con el objetivo de conseguir el consenso de todos los Estados «que están dentro y fuera del euro». Esta afirmación del ministro danés de Asuntos Europeos no es aleatoria. En Bruselas existe un temor a que Reino Unido mantenga su negativa a un nuevo tratado y lo que todavía sería más desastroso, que tuviera un poder de arrastre entre otros Estados miembros. En la cumbre de diciembre, el primer ministro británico, David Cameron, se quedó solo en su veto, pero no es ningún secreto que la cesión de soberanía que supone la firma de una integración fiscal comunitaria no complace a todos los países.

Para evitar que el proceso de reforma de la Unión Europea se paralice como ocurrió con el proyecto de Constitución, primero, y la tramitación del Tratado de Lisboa, después, el directorio franco-alemán acordó que la redacción del tratado entrase en vigor nada más fuese aprobado por nueve países. La determinación del «eje Merkozy» sobre el gobierno económico regido por un principio de disciplina presupuestaria quedó reflejado en diciembre, cuando advirtieron de que lo sacarían adelante aunque algún Estado miembro se descolgase. En esta ocasión, ningún país podrá bloquear la reforma.

Estas medidas preventivas, sin embargo, podrían salvar el proceso de tramitación del nuevo tratado económico, pero de producirse mostrarán el fracaso de la división del proyecto europeo, cuyas consecuencias son todavía inciertas. Es verdad que una Europa a dos velocidades no sería una novedad, pues ya existe una Europa que comparte una moneda única y una Europa que está fuera del euro. Aun así la falta de consenso entre los Veintisiete daría una pésima señal hacia el exterior en un periodo especialmente delicado para el Viejo Continente. Los desafíos económicos e institucionales de este año obligan a la UE a realizar una política intramuros. De este trance interno puede salir una Europa más fortalecida que recupere su peso en la escena internacional o por el contrario una Europa diluida entre nuevos poderes emergentes en Asia e Iberoamérica. No se puede ocupar como bloque un lugar en el orden mundial si se ponen en cuestión la permanencia del mismo o su composición. El vehículo europeo está al ralentí, puede recuperar velocidad o pararse.


30 DE ENERO: CITA CRUCIAL
Los jefes de Estado y de Gobierno de la Unión Europea se reunirán el próximo 30 de enero para discutir el borrador del tratado de la Unión Fiscal. Es la segunda cita decisiva desde la presentación de la propuesta del eje franco-alemán en diciembre. A partir del mes de marzo se espera que los países empiecen a aprobar el tratado. Reino Unido es el único país, por ahora, que es contrario.