OPINIÓN: Lobos

La guerra fría puso las cosas claras en cuanto a buenos y malos. Nos costó aprender que el comunismo era una patraña siniestra que acabó en delirio paranoico y dio los frutos que conocemos (aún se recogen cosechas en Corea del Norte, Cuba y China) pero éramos suficientemente inquietos como para saber que eso no convertía en bueno a un capitalismo que se tira al cuello de sus víctimas en cuanto detecta la menor oportunidad de perpetuar las colonias sin necesidad de invadir el país colonizado. Portugal, Irlanda, España al fondo, son ejemplos de ello, como lo es la opción nuclear que asume en nuestro nombre el riesgo de que por una grieta de apenas un palmo se escape la radioactividad de una central poniendo en riesgo a la humanidad entera. Lo que en definitiva pretenden los dueños de la pasta es conseguir que determinados países firmen préstamos a tan alto interés que sus ciudadanos pasen a trabajar para ellos en régimen de semiesclavitud: te doy dinero al 9 por ciento que tu pueblo habrá de pagar durante los próximos diez años, durante los cuales trabajará para mí y para nadie más. Gane yo mis dividendos y perezca el mundo, dicen esos mismos que han conseguido salir más ricos de su crisis, esa que a todos nos ha hecho más pobres y no sabemos si al cabo nos habrá de dejar viviendo en un tonel como Diógenes, con el único esparcimiento de tomar el sol de lunes a lunes, de un enero hasta el siguiente, todos los días de nuestra vida hasta que la muerte nos libere de tan penosa situación. Y eso contando con que podamos seguir tomando el sol en el mundo que nos han preparado esos lobos con corbata que levantan el meñique mientras toman cucharaditas de caviar a precio de salario mínimo la ración.