Pensiones
Nos dejan sin futuro por Carlos Rodríguez Braun
El profuso antiliberalismo que caracteriza la argumentación en favor de la huelga general convocada para este miércoles no debería impedir el reconocimiento de dos méritos que siempre han atesorado los intervencionistas de derechas e izquierdas: el brillo de su demagogia y la belleza de sus consignas. Por ejemplo: «Nos dejan sin futuro». Y es verdad, no tendremos futuro si seguimos el camino de los enemigos de la libertad, que sistemáticamente se concentran sólo en los efectos malos de la reducción del gasto público e ignoran los buenos; solo se concentran en los efectos buenos de las subidas de impuestos e ignoran los malos. Hablando de ignorar, ignoran masivamente la realidad: «No podemos dejar que se aprovechen de la crisis para desmantelar el Estado del Bienestar». Esto es lo contrario de lo que está sucediendo: los gobiernos están aprovechando la crisis para subir impuestos con la excusa de proteger ese mismo Estado del Bienestar. Exigen «acabar con el paro» mientras promueven el mismo intervencionismo que lo genera y extiende. Reclaman «un reparto justo del trabajo, la riqueza y el bienestar», bellísima idea que ha estado detrás de los mayores desastres que hayan padecido nunca las trabajadoras y los trabajadores; pero lo siguen reclamando, como si no hubiera historia ni experiencia sobre lo que sucede cuando se quebranta la libertad de los ciudadanos. Alegan «defender derechos sociales y laborales» e ignoran sus costes y consecuencias dañinas para el empleo y la prosperidad. Lamentan que «el sacrificio no es compartido por toda la sociedad» pero jamás exigen la supresión de los impuestos que pagan los ciudadanos corrientes. De hecho, se oponen al objetivo de lograr «cueste lo que cueste, el equilibrio de las cuentas públicas», pero nunca consideran qué puede suceder con un déficit creciente ni qué ventajas tendría para las trabajadoras y los trabajadores la reducción de la coacción política y legislativa sobre el mercado laboral. Protestan porque no hay crédito, pero no porque sí lo haya, y muy copioso, para el sector público. Sostienen que las prestaciones sociales y los derechos laborales «hace cien años no existían y fueron conquistados a base de huelgas muy duras». Es falso: el crecimiento del Estado no fue ninguna «conquista social» sino al revés: el Estado conquistó la sociedad extendiéndose en todas partes con excusas benévolas y redistributivas, haya habido huelgas o no.
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