El «aquelarre» etarra
OPINIÓN: No pasaré esta Navidad con mi hija
Me causa indignación saber que al menos dos terroristas gozarán de permisos penitenciarios para «pasar las Navidades en casa». ¿Cómo es posible que nuestra Justicia permita estas injusticias?
Me parece increíble que, a estas alturas, después de 50 años, tengamos que recordar a los políticos, a quienes imparten Justicia y a la sociedad, que nosotras, las víctimas del terrorismo, no podremos pasar una Navidad con los nuestros, que siempre habrá un lugar vacío en nuestra mesa.
Yo no voy a poder pasar la Navidad con mi hija… ni ésta ni ninguna otra. Y como yo, el resto de víctimas que perdieron a los suyos en actos de barbarie. ¿Por qué nos exigen más generosidad de la que ya le hemos concedido a esta sociedad, al Estado de Derecho? ¿Por qué debemos «tragar» una y otra vez con que se nos diga que «tienen derecho» a pasar las Navidades con los suyos?
Por ley, ningún terrorista debería obtener este tipo de beneficios que se asientan en el sentimiento de la «piedad», de permitir que alguien «no esté alejado de los suyos» en fiestas señaladas. Aquellos que desoyeron nuestras peticiones de piedad, aquellos que se taparon el rostro para no ver nuestras lágrimas y nuestro desconsuelo, aquellos que se rieron de nuestro dolor, no pueden ni deben esperar un acto de piedad, de buena voluntad por parte del sistema penitenciario; no pueden esperar ser recompensados con algo tan anhelado por cualquier persona como es disfrutar de estas fiestas familiares con los suyos.
Resulta desconcertante, humillante, denigrante para nosotras las víctimas que esto suceda y siga sucediendo. Atenta contra la verdad de lo sucedido, contra la memoria de los nuestros, contra nuestra dignidad, contra la Justicia verdadera, lo único que nos queda a las víctimas, lo único que nos permite cerrar el libro del dolor y abrir un nuevo capítulo tratando de seguir adelante, aún cuando a veces no hay fuerzas. Sólo nos queda la Justicia. ¿También nos la van a negar?
Las víctimas no podemos comprender cómo se sustentan legalmente esos beneficios. Estamos hartas de escuchar afirmaciones como que «han pedido ‘perdón' a las víctimas por el daño que les han causado y se han comprometido a asumir su responsabilidad civil por los atentados en los que participaron». ¿A quién han pedido perdón? ¿Qué tiene de real un «compromiso» que no se ha hecho efectivo? ¿Por qué aceptamos promesas o afirmaciones de un terrorista sin que hayan sido constatadas y se nos exige tanto a las víctimas?
La verdadera Justicia de las víctimas empieza por hacer Justicia. Y eso significa el cumplimiento íntegro de las penas por parte de los terroristas. No nos devolverá a los nuestros, pero al menos tendremos la sensación de que han pagado por arrebatárnoslos antes de tiempo. Es la única Justicia que exigimos del Estado y la única que queremos.
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