Artistas

José Tomás y la muerte

La Razón
La RazónLa Razón

Ni me gusta que mueran toros atravesados por hierros afilados, ni me gusta que mueran toreros atravesados por astas. En una Web infame se ofrece la peor cara de la antitauromaquia, lamentan que no llegara a morir J.Tomás. Y la vida de un toro no es más sagrada que la vida de un ser humano. Algunos no entienden que las posturas no siempre han de ser tan aberrantemente extremas ni fanáticas ni maliciosas. Hay una extraña belleza en el torero y en el sutil giro de su cintura, en la forma dulce en que mece airoso su capote ante el tremendo animal, en su testa arrogante al saludar al tendido. Sí hay belleza en esa estética, pero ello no impide que me parezca perverso que mueran los toros tras tanta laceración con banderillas, lanzas y la terrible espada final. Me parecen animales majestuosos, inmensos, hermosos, no merecen morir de esa manera. Pero que no comulgue con el martirio físico ni con la muerte del animal no significa que desee la muerte del torero. Ni me gusta el término «antitaurinos», algunos de los que criticamos la muerte del toro, hallamos primor en el animal y en la fiesta, una fiesta que bien podría evitar el escarnio internacional al que somos sometidos, si simplemente se indultara la vida del toro. Tauromaquia sí, pero sin el riesgo ni la muerte de ningún toro, ni, por supuesto, de ningún ser humano. ¿Acaso ha de ser la muerte imprescindible para legitimar el arte de ninguna fiesta? Nunca. Así que larga vida a José Tomás.