Asia

Kabul

Violencia fraude y poca participación en las elecciones afganas

Bajo el continuo acoso de los talibán, los afganos votaron ayer por segunda vez para elegir su Asamblea Nacional.

Mujeres afganas votan durante la jornada de elecciones parlamentarias, en Kandahar
Mujeres afganas votan durante la jornada de elecciones parlamentarias, en Kandaharlarazon

La ciudad de Kandahar amaneció desértica e infranqueable. Todos los establecimientos comerciales, oficinas, restaurantes y tiendas de ultramarinos permanecieron cerrados desde primera hora de la mañana hasta que los colegios electorales cerraron sus puertas a media tarde. Obligatoriamente, ayer fue un día festivo para todo el mundo.

Literalmente, este bastión talibán fue tomado por las Fuerzas de Seguridad, el Ejército afgano y los tanques y vehículos blindados de la OTAN. Solamente 2.000 vehículos estaban autorizados a circular en toda la provincia, por lo que los kandaharis tuvieron que ir en burro, bicicleta o a pie a los centros de votación para elegir a los representantes del futuro Parlamento afgano, conocido como la «Wolesi Jirga».

Las extremas medidas para garantizar la seguridad de aquellos ciudadanos que acudieron a votar permitieron que la jornada electoral transcurriera con cierta tranquilidad. Aun así, docenas de explosiones se escucharon a lo largo del día en diferentes puntos de Kandahar, y aunque no causaron víctimas mortales, si provocaron el pánico entre la población. De nuevo, los talibán volvieron a intimidar a los habitantes de la ciudad la noche del viernes pegando en las paredes octavillas con mensajes amenazadores como: «No votéis en estas elecciones americanizadas o seréis atacados». Las cartas iban firmadas por el comandante en jefe de los talibán en Kandahar, Ahmad Sayid. Un total de 150 centros de votación han sido atacados por los talibán en todo el país.

Muchos ciudadanos decidieron quedarse en sus casas en lugar de ir a votar para no poner en riesgo sus vidas, especialmente las mujeres, cuya presencia en los centros de votación fue escasa. Eso dejó el índice de participación en un 40%, diez puntos por debajo de las legislativas de 2005.

«Unas cincuenta mujeres han venido esta mañana, pero después de la explosión cerca de Ara Cholli [sureste], hace un par de horas, no ha venido nadie», explicó a LA RAZÓN Sharifa Mun, directora de la escuela femenina Azhara. En el distrito de Dand, al norte de Kandahar, algunos centros electorales no recibieron ni un voto de mujeres. En el área de Aje Arab, en Dand, el gobernador de Kandahar, Toryali Weesa, sobrevivió a un atentado con bomba por control remoto cuando visitaba la zona con periodistas.

La baja participación femenina en Kandahar contrasta con el gran número de mesas electorales destinadas a ellas. En cada centro de votación hay cuatro mesas para mujeres y una reservada a los hombres. «He venido a votar porque me siento segura. Hay miles de policías desplegados en las calles para brindarnos protección y seguridad», aseguró Nayiba, de 45 años, tras depositar su voto en el Colegio Anio, en el céntrico barrio de Babadaroza, donde está el cuartel principal del Ejército.

«Las mujeres tenemos que usar nuestras tarjetas de electores para traer el cambio», dice apasionada Nayiba, que ha dado su voto a la candidata Ahmadi Kaka. «Ella es una mujer fuerte que nos ha prometido que va a construir escuelas para las niñas y a crear puestos de trabajo para las mujeres de Kandahar», continuó.

Para algunos afganos, estas elecciones legislativas son importantes para el desarrollo democrático del país. «Nuestro voto servirá para construir un Parlamento con voz propia que represente al pueblo», manifestó Hajji Arab, ex oficial de policía, que perdió a su hermano, también policía, hace dos años cuando fue atacado por unos desconocidos.

Pero la realidad se aleja mucho de las aspiraciones de los afganos. El presidente Hamid Karzai sigue concentrando todo el poder en sus manos. El Parlamento no es más que una marioneta cuyos hilos maneja el círculo de Karzai. Si los resultados de los comicios presidenciales, que le dieron la reelección a Karzai, ya fueron controvertidos, los resultados de las segundas legislativas de la era postalibán también estarán teñidos con acusaciones de fraude.



ANÁLISIS
La corrupción influye en la participación
- ¿Han conseguido los talibán su objetivo declarado de entorpecer estas elecciones?

–Parece que no. Los ataques registrados, a pesar de haberse producido en casi todo el país, no han tenido ni la entidad ni las consecuencias pretendidas por los talibán, que durante las últimas semanas redoblaron sus amenazas para que nadie fuera a votar en unas elecciones que calificaron de «americanizadas».


- ¿No debería preocupar a los aliados el fraude registrado en estas elecciones?
–Según un responsable de la OTAN en Afganistán, ya se esperaba un cierto nivel de fraude electoral, pero eso no resta legitimidad a la votación. «La verdadera cuestión», según este portavoz, Mark Sedwill, «es la escala del fraude y si ha llegado a afectar al resultado. En ese caso afectaría a la credibilidad de los comicios, pero no a nuestros ojos, sino a ojos de los propios afganos».


- ¿Hay que considerar escasa una participación del 40%?
–En cifras absolutas es, ciertamente, una participación escasa. Pero hay que tener en cuenta que, además de las amenazas de los insurgentes, muchas poblaciones afganas se encuentran muy aisladas del resto del país. Además, muchos votantes no tienen ninguna confianza en el proceso democrático, ya que su confianza en los políticos afganos se encuentra bajo mínimos debido a la corrupción rampante que han mostrado en los últimos años y al escándalo del fraude electoral en los comicios celebrados en 2009 y en los que salió elegido el presidente Hamid Karzai.