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Entre mujeres por Paloma Pedrero
Es un mito que la mujer sea una tigresa para la mujer. No es verdad. Quizá solo cuando está en juego el amor por el hombre amado, la mujer puede reaccionar con agresiva irracionalidad contra la otra. Sin darse cuenta que el compromiso que tiene adquirido es con el varón, con su pareja, no con la posible rival. La mujer está especialmente dotada para mantener la armonía social. Es algo completamente natural y necesario en nuestro sexo. Somos más pequeñas físicamente, tenemos menos fuerza bruta. A la hora de pelear cuerpo a cuerpo estamos perdidas. Porque no olvidemos que la natura no es perfecta pera tampoco necia, y si nos constituyó con una factoría de hacer criaturas humanas, también nos hizo con un cerebro para poder defenderlas. Observemos a los animales, ¿qué hacen las hembras cuando están cuidando de sus cachorros y un macho viene al ataque. ¿Atacar? Imposible, saldría malherida. ¿Huir? ¿Abandonaría a sus hijos? No, ni ataque ni huida. Las hembras animales han aprendido otra manera de defenderse: unirse entre ellas. Enfrentarse entre todas al macho agresivo. Hoy en día, salvando las distancias, los animales humanos, seguimos viviendo en una jungla sofisticada. Los varones siguen mandando, utilizando su fuerza física o intelectual, aferrados a su vieja cultura de privilegios. Y las mujeres haciendo redes para ayudarnos. Redes con la madre, las hermanas, las amigas, las vecinas… Si no las tuviéramos a ellas no podríamos trabajar fuera y criar a los hijos. Para los varones lo suyo siempre es lo más importante. Por eso imponen su trabajo como algo esencial. Las mujeres tenemos que aliarnos, y lo hacemos. Les aseguro que mis colegas féminas siempre han estado cerca de mí.
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