Andalucía

Mareas y mareos

La Razón
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El entusiasmo de la izquierda con las movilizaciones en la enseñanza no tiene límites. «Marea verde», la llaman y, como son daltónicos, no perciben nada extraño en que se desaten con furia en Madrid pero no en Andalucía, contra Esperanza Aguirre pero no contra José Antonio Griñán, ni contra Smiley, principal responsable del mayor de los recortes docentes y no docentes, el de los sueldos de los funcionarios. Dos características del fascismo, como es sabido, son la mentira y la intolerancia contra el diferente. El llamado progresismo utiliza esa etiqueta sin cesar, y también sin ver que es la ocasión de lo mismo que culpa. Por ejemplo, al alcalde de Getafe, Juan Soler, le gritaron «fascista» e «hijo de puta» en una algarada durante un concurso infantil de dibujo, en el que los niños terminaron llorando. Por sus ideas y sus métodos, progresistas y fascistas se parecen más de lo que se diferencian. Pero nada de esto les importa. Aquí se trata de agitación y propaganda, venerable estrategia totalitaria que la izquierda practica como nadie. Y la educación importa poco, y los niños importan también poco, probablemente porque los líderes progresistas, como informó LA RAZÓN, claman por la escuela pública pero envían a sus hijos a colegios privados mientras despotrican contra el PP porque supuestamente privatiza la educación, cosa que desgraciadamente no hace. Más que mareas verdes, lo que quieren es marear la perdiz.