Buenos Aires
Un euro por una lumbalgia por Martín Prieto
En Buenos Aires lo que mata es la humedad, que expele trastornos respiratorios y molestias multiorgánicas, hasta el punto que no se da la temperatura ambiente sino la sensación térmica resultante de los grados centígrados y el porcentaje húmedo. Aquejado de migraña, pedí aspirina en una farmacia y la boticaria empezó a recortarme una con unas tijeras. Instintivamente reclamé la caja entera y la manceba me miró compasiva como pensando «¡cuánto debe dolerle la cabeza a este pobre hombre!». Hace muchos años que en Argentina se venden los medicamentos fraccionados mientras aquí tocamos la lira. Como en Cataluña, el presidente de Madrid, Ignacio González, tasa las recetas con un euro aduciendo que no es recaudación supletoria, sino didactismo contra el parque farmacéutico en los domicilios. Eso se arreglará con educación y publicidad sobre los peligros de los botiquines particulares, su invitación a la automedicación y la letalidad para los niños, más la reducción de los envases y las unidosis. La dialéctica del presidente Rajoy exige exégesis y aunque tiene razón negándose a que se pague dos veces la misma cosa, todos sabemos que la teología de la fiscalidad consiste en el multicobro por el mismo bien, sea una casa o un analgésico. Con la señera convertida en una parrilla ardiente, desautorizar a Madrid y Barcelona alivia el victimismo. También cabría suponer el temor de Rajoy a que el copago se extienda por capilaridad como una mancha de aceite sobre el resto del rompecabezas autonómico. En cualquier caso, otro problema innecesario que molesta a los pacientes, que no resuelve financiarmente nada y que puede tener un remate de vodevil: llevar el asunto al Tribunal Constitucional para que lo demore y lo enrede. El TC debería estar echando humo preparándose para todo el trabajo que le va a dar Artur Mas en su intento de alancear el dragón, y ni siquiera sabe lo que cuesta un supositorio de lidocaína.
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