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Mateo Maté ingresa en el monasterio
Cuándo: Hasta el 27 de junio.Dónde: Abadía de Santo Domingo de Silos, Burgos. Cuánto: entrada gratuita

Es una vieja aspiración de los artistas, desde la prehistoria hasta la modernidad: expresar lo espiritual a partir de la materia. O, al revés: materializar los sentimientos del alma en objetos simbólicos, tangibles y representativos. Mateo Maté se ha trasladado hasta la Abadía benedictina de Santo Domingo de Silos, en la provincia de Burgos, siguiendo este antiguo rastro de la historia del arte, pero desde las coordenadas propias que da la modernidad, alejándose de antiguos acercamientos.
Organizada por el Museo Reina Sofía, el arstista establece paralelismos entre el tiempo enclaustrado de los conventos, a partir de sus propias ideas, y el que rige el exterior, con una propuesta, la suya, que es un reflejo evidente de nuestra época. A partir de objetos cotidianos, sencillos, aquellos que suelen encontrarse de forma recurrente en las austeras celdas de los monjes, el artista ha creado una metáfora de la vida interior de estas personas dedicadas a la meditación. Ha recurrido a lo más habitual que, en este caso, también es lo más humilde: unas sandalias, una jarra, unas sillas, un misal (no podía faltar este libro cuando la exposición se desarrolla en este contexto), unas gafas para leer (que aluden, como siempre, al estudio), un globo terráqueo (imagen geográfica de un territorio que encuentra respuesta en el interior del hombre) o unos cubiertos (referencia a las existencias retiradas y cenobíticas).
Pequeñas referencias que cuelgan oscilantes del techo –entre las que se encuentra también una cámara que va registrando y proyectando a la vez en tiempo real– y que sintetizan la austeridad que predomina en estas comunidades. La muestra, comisariada por Lynne Cooke, está expresamente diseñada para este ámbito cerrado, de predominante silencio que habla del recogimiento, el silencio y la contemplación, palabras que se involucran y enredan en el trabajo de Maté cuando se observa. «Se trata de mostrar que en un libro pueden estar todos los libros, en una nota todas las notas y en la vida interior de los monjes todo el universo», ha declarado el artista en la presentación, informa Efe.
De esta manera se ha procurado establecer los parámetros de un nuevo diálogo entre lo íntimo y lo exterior; entre la naturaleza callada y retirada del mundo de los religiosos y el estruendo de un universo que se expande más allá de ellos, al otro lado del muro que cerca el espacio conventual, pero que encuentra, también, eco dentro de ellos mismos. Para Manuel Borja-Villel, director del Museo Reina Sofía, «forma parte de una reflexión del creador sobre el mundo interior y exterior que ha caracterizado a su obra. Es un intento de búsqueda para conocerse mejor así mismo». De hecho, que estas piezas estén sostenidas del techo, pero en movimiento, aluden al espacio, como una galaxia interior que aludiera a los mundo que gravitan dentro de las vidas monásticas.
Más allá de Galileo
Mateo Maté no ha intentado reflejar únicamente la relación entre mundo interior y exterior de una abadía. Con este montaje también se ha aproximado a la concepción que los religiosos conservan del universo. Una tesis que remontan el tiempo, retrotrayéndose más allá de Galileo. En realidad, más que el universo, el que procuran discernir los científicos, es una concepción del cielo que va más allá de los logaritmos y explicaciones matemáticas de los físicos. Hasta ahí ha querido ahondar Maté.
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