Ciencia y Tecnología
En busca de un modelo
En la era de internet, si la sociedad no valora la importancia de unos medios de calidad e independencia, será difícil que éstos sobrevivan
La llegada de internet y de la telefonía móvil supuso una auténtica revolución que ha multiplicado el número de soportes. Los esquemas informativos han cambiado por completo por obra y gracia de la inmediatez y de la conectividad total. Ahora, cualquier ciudadano con un móvil, una tableta o un portátil en la mano tiene a su disposición un medio capaz de mantenerle informado en cualquier momento y en cualquier lugar. Si a esto le unimos la aparición de las redes sociales, que han venido a hacer de cada usuario un potencial informador, llegamos a la conclusión de que nada es como era en el mundo de la comunicación.
Pero, con eso y con todo, me atrevería a afirmar que pocos profesionales han sido capaces de adaptarse tan rápido a las nuevas tecnologías como los periodistas. Sobre la marcha han ido aprendiendo a manejarse en un panorama tan nuevo para ellos como para los lectores, corrigiendo cada paso en falso y abriendo caminos.
Por tanto, no creo que el problema que atraviesa el sector venga tanto del fondo como de la forma. Quiero decir con ello que la causa de nuestros males no es tanto de los contenidos como de la necesidad de pagar a quien realiza dichos contenidos.
Y es que, quien más ha cambiado ha sido el que está al otro lado del proceso, el que antes no era otra cosa que el receptor del mensaje y que ahora es parte viva de esto de la web 2.0. Más allá de las razones, lo cierto es que cada vez se venden menos periódicos y revistas, mientras que los usuarios de las ediciones digitales de dichos periódicos y revistas no paran de crecer. ¿Cuál es el problema? Pues que hasta el momento nadie ha sabido cómo rentabilizar a esos visitantes. En un principio se pensó que la publicidad de las web serviría, pero esa opción se ha tornado poco realista pues, aunque cada vez supone una mayor fuente de ingresos, no basta para paliar la pérdida de lectores en papel. La otra opción es el pago por contenidos, es decir, el cobro por acceder a determinados contenidos informativos en la web. Sin embargo, aunque a medio o largo plazo esta posibilidad sea la que se imponga, hoy por hoy, y al menos en nuestro país, se antoja muy difícil que tenga éxito.
En una sociedad acostumbrada al todo gratis en internet, al «pirateo» sistemático de música y cine que han hundido a la industria y que han supuesto, por ejemplo, la desaparición de casi todos los videoclubes, es muy complicado que de la noche a la mañana se conciencien de que es necesario abonar una cantidad, por pequeña que ésta sea, por leer el periódico.
¿Soluciones? Independientemente de su efectividad, la concienciación es un paso necesario. Realizar campañas para poner en valor el trabajo de los periodistas y hacer ver que esa labor tiene un precio es urgente; si la sociedad no valora la importancia de unos medios de calidad e independientes será muy difícil que éstos sobrevivan; si no entienden que mantener una redacción profesional cuesta dinero y que éste sólo puede venir de lo que cada ciudadano esté dispuesto a pagar por ello, el futuro será poco halagüeño.
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