Investigación científica

Patología Fukushima por el Dr Bartolomé BELTRÁN

Patología Fukushima, por el Dr. Bartolomé BELTRÁN
Patología Fukushima, por el Dr. Bartolomé BELTRÁNlarazon

Gran parte de los contaminantes radiactivos producidos a partir de la fusión del uranio se acumula en el ser humano porque son parecidos a elementos biológicos que utilizan nuestro organismo en su funcionamiento normal. Los más peligrosos de estos elementos radiactivos son el yodo, el estroncio 90 y el cesio 137. José Manuel Pérez Vázquez, profesor jefe de Medicina Nuclear del Hospital Gregorio Marañón y Supervisor de Instalaciones Radiactivas del Consejo de Seguridad Nuclear matiza que el estroncio 90 se acumula en los huesos como sucede en el metabolismo normal con el calcio y permanece en la estructura ósea entre 28 y 30 años. El cesio 137 se deposita en los músculos y el yodo se deposita de manera selectiva en el tiroides. Éstos conllevan aumentos de riesgo de cáncer de diversos tipos fundamentalmente de tiroides en el caso del yodo, de tal manera que en el accidente de Chernobil en la población afectada se multiplicó por 10 la aparición de este tumor.


En el estroncio el riesgo es la aparición de tumores óseos y en el caso del cesio 137 tumores musculares. La radiación a dosis no tolerables conviene saber que altera el mecanismo de reproducción humana porque si un óvulo dañado es fecundado se producirán graves malformaciones en el feto. Pérez Vázquez, que además dirige el Centro de Investigaciones Nucleares Clínicas Asociadas asegura que las precauciones que debe adoptar la población general ante un riesgo nuclear son evitar el contacto con la piel, lavarse como lo haría un cirujano incluyendo cuerpo, pelo y uñas, desechar la ropa contaminada eliminándola, permanecer en su domicilio con las ventanas completamente cerradas no poner en marcha equipos de aire acondicionados, cerrar todos los huecos y chimeneas o dispositivos similares, hacer acopio de alimentos y agua potables no contaminadas y en el caso del tiroides ingerir yodo no radiactivo en cantidades suficientes para saturar el tiroides y evitar la incorporación del yodo radiactivo que pudiera existir en el ambiente.