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La argucia por Iñaki Ezkerra

La Razón
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El verdadero problema con Amaiur no lo tenemos en el Congreso (aunque se magnifique la gravedad de esa incordiante presencia en la Cámara Baja) sino en el País Vasco y en el órdago secesionista que se nos viene encima con las próximas autonómicas. El PSOE ve en la coalición de ETA la superación de la violencia como si la única violencia que existiera fuera la de las bombas y no hubiera ideas políticas intrínsecamente violentas como la partición del territorio nacional. Dicho esto, no es desdeñable el agravio que supone a las víctimas del terrorismo y a toda la ciudadanía democrática el esperpento de que ETA tenga su grupo parlamentario. El hecho de que, además, ese grupo se forme gracias a una treta que burla la normativa de la Cámara tiene también un coste político y moral pues una vez más el mundo democrático resulta humillado mientras la peña etarra y paraetarra queda de listilla, de «los que se las saben todas frente a los capullos españolistas». La indudable fuerza anímica que da al mundo totalitario esa imagen del pirata que logra siempre salirse con la suya es otro factor a tener en cuenta en una cuestión que es más de gestos que de contenidos. Si se puede impedir que la maniobra de Amaiur tenga eficacia debe impedirse. Y, si no se puede ante un reglamento tan laxo que permite si no el fraude de ley, sí «el fraude de norma», esa laxitud debe servir también para que tenga grupo UPyD, partido democrático que tiene más de tres veces los votos de los nazis.