Andalucía

Sánchez Gordillo el conquistador

LA RAZÓN se adentra en la vida cotidiana de Marinaleda para descubrir los secretos mejor guardados de la vida íntima del polémico sindicalista andaluz. Mientras que a Lucrecia, su actual pareja, le faltan elogios para describir a Juan Manuel, su ex mujer, Carmen, asegura a este diario «no tener nada bueno que decir de él»

Sánchez Gordillo, el conquistador
Sánchez Gordillo, el conquistadorlarazon

En Marinaleda no es fácil encontrar a alguien que cuente los trapos sucios del alcalde, Juan Manuel Sánchez Gordillo. Pero haberlos, haylos. «Si no está manifestándose o asaltando supermercados, lleva una vida normal», cuenta un vecino. Pero no siempre fue así. Hace años, cuando era un desconocido, el apodado «Robin Hood español» llevaba su ideología comunista al extremo, incluso dentro de su propia casa. No quería tener nada que, a su parecer, pudiera tener algo de relación con el capitalismo o con el lujo. Ni lavadora, ni frigorífico, ni televisión. Tras conversar un rato con un joven del municipio (votante reconocido de Sánchez Gordillo), se le escapa que el edil ni siquiera compraba juguetes a sus hijos cuando eran pequeños: «El niño se venía a mi casa y disfrutaba mucho porque, claro, yo sí tenía y se los dejaba». Un radicalismo que su primera mujer, Lucrecia, no pudo soportar. «Aquella mujer era una santa», declaran los que la conocían.

Sin la vida que quería
Natural de Úbeda (Jaén), Lucrecia trabajó como profesora en el colegio de Marinaleda durante más de una década, donde era muy querida tanto por sus compañeros como por los alumnos. Sin embargo, muchos vecinos del municipio no aceptaban que tuviera una mentalidad progresista y la criticaron por algo tan normal como sacarse el carné de conducir y comprarse un coche. Según nos cuentan, Sánchez Gordillo llegó a criticarla durante las asambleas que organizaba en el Ayuntamiento. Ella se enteró y se fue con los dos hijos que tienen en común, Misraim y Libertad. «Él no le daba la vida que ella quería y su relación acabó muy mal. Desde entonces, ella ha venido muy poco por el pueblo». Actualmente, vive en Baeza, donde ejerce su profesión de maestra. Temerosa de salir en los medios de comunicación, declara a LA RAZÓN que no quiere hablar «por respeto a mis hijos y porque no tengo nada bueno que decir ni de Juan Manuel como persona ni de lo que está haciendo como político». «Me han llamado de varios programas de televisión, pero no quiero formar parte de esto», añade. También en esta localidad jienense sólo tienen buenas palabras hacia Lucrecia: «Es muy trabajadora y entrañable», aseguran los vecinos. «De vez en cuando viaja a Úbeda para cuidar de un hermano enfermo y algunos fines de semana la vemos paseando con su hijo, que viene a verla porque ya no vive aquí», añaden.

Años después de dejarlo con Lucrecia, Sánchez Gordillo encontró una nueva compañera, Carmen, 23 años más joven que él y partidaria del modo de gobernar de su pareja. Es habitual verla en «las luchas» que protagoniza el Sindicato Andaluz de Trabajadores (SAT) y hasta en su perfil de Facebook se declara fan suya. Nació en Matarredonda, una pedanía de Marinaleda, y desde que tiene uso de razón ha vivido el «régimen» de su novio, «lo que puede haber influido en sus ideales», comentan. Pero, a pesar de estar de acuerdo con sus acciones políticas, los habitantes del pueblo dicen que Carmen «le ha puesto firme». Ella sí que tiene electrodomésticos y hace dos meses se compraron un Ford Focus de segunda mano, algo que el mediático alcalde no toleró a su primera pareja. Hace un tiempo trabajaba por temporadas en la fábrica de pimientos de la localidad sevillana, pero desde que tuvo a su hijo, Saib, hace algo más de un año, se dedica exclusivamente a él. A diferencia de lo que sucede con Lucrecia, de la que sólo cuentan bondades, es complicado que los vecinos digan algo sobre Carmen. Ni bueno ni malo. Lo poco que aseguran es que «es una muchacha muy liberal» y totalmente comprometida por la causa de Sánchez Gordillo. De hecho, ha llegado a decir que si algún día deja la alcaldía, ella se meterá en casa y no querrá saber nada del nuevo dirigente del pueblo porque sólo piensa acatar las normas que imponga su pareja.

Unos hijos muy diferentes
Sánchez Gordillo tiene tres hijos. Dos, de su relación con Lucrecia, Misraim, de 34, y Libertad, de 29, y Saib, de 1, con su actual pareja. Misraim, al igual que su madre, es profesor y vive fuera de Andalucía. Los fines de semana viaja a Madrid, donde está su novia, o a Baeza, para ver a su madre. Sin embargo, el pueblo de su padre ni lo pisa. «Hace muchísimo que no lo vemos por aquí», nos dicen. Los que le conocen aseguran que es un chico «formidable» y que siempre está pendiente de su madre. En cuanto a Libertad, la gente la define como una chica «difícil» y que nunca ha llegado a superar la separación de sus padres, aunque aquello sucediera cuando era una niña. Después de vivir muchos años con su madre en Baeza, ahora se ha instalado en Marinaleda. Sin embargo, la mala relación que tiene con la nueva «compañera» de Sánchez Gordillo les está dando más de un quebradero de cabeza. En lo que sí coinciden es en su ideología de izquierdas y en la aceptación de la forma de gobernar de su padre. También es aficionada a escribir poesía de temática social en páginas web como «lamarchaobrera.com».

El silencio de Marinaleda llama la atención. Por la mañana casi no hay gente por la calle, como mucho se ve a los jóvenes sentados en las puertas de las casas. Las tiendas son escasas. Incluso por la avenida principal del municipio los coches que pasan son contados. Lo único que rompe la monotonía es una furgoneta que anuncia por sus altavoces: «Mañana trabajan las cuadrillas 3 y 4». Así es como se enteran en Marinaleda de cuándo les toca trabajar. Porque allí, como no hay empleo para todos (aunque digan que no hay paro), el poco que hay, se lo reparten. Bueno, de eso se encarga Sánchez Gordillo. Los afortunados que pueden trabajar llevan varios meses de retraso en sus nóminas y lo curioso es que se conforman con este sistema de empleo. «A lo mejor pasamos unos meses al año en paro, pero es lo que hay». Y es preferible que el alcalde no se entere de que estás en contra del sistema, porque entonces no te dará trabajo jamás. «Tiene al pueblo sometido», confiesan. Antes de ser alcalde, Sánchez Gordillo trabajó como profesor de Historia en el colegio y en el instituto de Marinaleda. Pero por lo que dicen, «más que enseñar, adoctrinaba». Inculcaba la ideología comunista a los alumnos para que no discutiesen su sistema.

Lo cierto es que el nivel de estudios en esta localidad es muy escaso. Es raro que alguien estudie una carrera, se quedan allí para trabajar en el campo o donde surja. «No ir a la universidad es respetable, pero que la juventud se quede en este pueblo, que no está preparado para emprender nada es una locura», declaran. Ahora que ya no ejerce de profesor intenta transmitir sus ideales a través de la televisión que ha montado en la Casa de la Cultura, donde emiten programación cubana. Un carácter autoritario que heredó de su padre –de ideología falangista, según nos cuentan–. «Durante los años 50 era el electricista del pueblo y también vendía radios. Si se enteraba de que no se las comprabas a él, te cortaba la luz», añade un vecino de la localidad.

La depresión del «Robin Hood» español
Después de un verano protagonizado portadas de periódicos y muchos minutos de informativos, el alcalde de Marinaleda está deprimido, lo que le ha hecho perder varios kilos. Puede ser que no haya sabido llevar la popularidad, pasar del anonimato a convertirse en un personaje mundialmente conocido nunca es fácil. Él continúa con su trabajo como edil y va todas las mañanas al Ayuntamiento. Sobre las dos de la tarde regresa a su casa, situada a pocos metros del consistorio, y por la tarde suele salir a pasear con Carmen y su hijo por la Avenida de la Libertad. Los fines de semana es normal verles comiendo en restaurantes como La Bodega o El Olivo, pero siempre solos, no tienen un grupo de amigos. También nos aseguran que la pareja tuvo una crisis hace un par de meses y parece que la están intentando superar.
 

Lola Álvarez, su compañera en «las luchas»
Siempre va a «las luchas» con Sánchez Gordillo. Más conocida por «La Junca», en 2003 fue nombrada concejala de Izquierda Unida en Posada (Córdoba), aunque no terminó la legislatura. También es miembro del Sindicato de Obreros del Campo (SOC) desde hace más de 15 años, pero durante los últimos 7 es liberada. Su marido, Francisco Javier Ballesteros, también es liberado y cobran unos 1.200 euros cada uno al mes. Les han echado de varias fincas por entrar de manera ilegal a «informar» a los jornaleros y suelen asistir a las manifestaciones con sus sobrinos e hijos, incluso con los menores de edad. Según personas cercanas consultadas por este diario, son gente humilde, con pocos estudios y que basan su vida en defender a los agricultores. Actualmente viven en casa de la madre de Lola, en Posada.