Comunidad de Madrid
Trini también teleoperadora
El nombre de la candidata a las primarias en el PSM da mucho juego. En la sede de la Plataforma de Apoyo hay «TriniZone», para las redes sociales en internet, y una suerte de «TriniVentanilla», donde los voluntarios piden el voto por teléfono a los militantes. A estos habría que añadir el de «TriniMaratón», pues así es el día a día de la campaña de la ministra de Sanidad.
Ayer su jornada comenzó en Atocha, donde cogió el AVE a Zaragoza para atender su agenda como titular de Sanidad. Tras pasar allí la mañana, volvió en el mismo tren a Madrid para ejercer de teleoperadora –«un trabajo para el que siempre he pensado que valdría»– y conseguir el voto de los militantes. «Hola, soy Trini, Trinidad Jiménez ¿Te pillo en mal momento?», comenzó su día como aspirante a enfrentarse a Esperanza Aguirre en la Comunidad de Madrid. Tras algunos, «de verdad que soy yo, que tengo una voz muy peculiar», la ministra intentaba convencer a su interlocutora de que es la mejor opción para los socialistas madrileños.
Después, a todo correr y en plena hora punta, la ministra repitió el mismo ritual que desde hace días realiza cada tarde: la visita a las agrupaciones. A las siete y media de la tarde estaba en Carabanchel, donde medio centenar de militantes y la otra pata del banco para las elecciones de mayo de 2011, Jaime Lissavetzky, esperaban para intercambiar opiniones sobre las primarias.
En una reunión a puerta cerrada, por petición expresa de los afiliados, tanto Jiménez como el secretario de Estado para el Deporte relataban en unos minutos por qué quieren ser candidatos a la Comunidad y al Ayuntamiento respectivamente, para después atender las dudas de los presentes.
En Carabanchel ayer la reunión fue muy intensa, tanto que salió a la hora a la que le esperaban en Usera. A las nueve de la noche hay menos tráfico y pocos minutos después, acusando ya el cansancio en el rostro, Trinidad saludaba a los miembros de esta agrupación. Aunque la charla fue más reducida, porque casi todos tenían que madrugar, la ministra escuchó cada una de sus dudas antes de, por fin, irse a dormir.
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