Cataluña
CiU ya no es un «voto útil»
La carrera electoral catalana ha cubierto este fin de semana uno de sus hitos con la presentación de las principales candidaturas y programas con los que los partidos se postulan a las urnas el próximo día 25 de noviembre. El programa de los convergentes elude la palabra «independencia», que ha dejado su lugar a otras variaciones bajo el denominador común de «estado propio europeo», y cabe pensar que este camino, el de tender cortinas de humo cada vez más polémicas y levantar la bandera del victimismo, es el que seguirán en lo que resta de campaña electoral. Pero no hay que llevarse a engaño. Se trata de una posición claramente independentista que aleja a la coalición de sus tradicionales posturas de moderación y que debería hacer reflexionar a sus socios de Unió sobre la necesidad de clarificar actitudes y de optar por una vía propia.Vía que no puede pasar por el concepto de «confederación» que defiende Unió, y que lleva en sí mismo la semilla de la ruptura nacional. Pero es que, además, la campaña y los programas nacionalistas están llevando a cabo un ejercicio de desinformación de los ciudadanos, jugando descaradamente al equívoco, que oculta deliberadamente los riesgos de la apuesta. En estas condiciones, entregar el llamado «voto útil» a CiU ha dejado de tener sentido. Al contrario, se convierte en un sufragio radical, propio de una opción rupturista y fuera del sistema. Al mismo tiempo, los sondeos parecen confirmar la bajada del PSC. No ayudan a los socialistas catalanes las propuestas de su candidato, Pere Navarro, que intenta situarse en una posición intermedia. Ni su «derecho a decidir», ni su federalismo asimétrico, que incluso dejaría fuera a regiones como la andaluza, tienen cabida en la Constitución, que garantiza la igualdad de todos los españoles. Aún tiene tiempo el PSC de volver a su discurso nacional, que es el que demanda la mayoría de sus votantes. Los socialistas ya apostaron por el giro nacionalista y no les fue bien. Es el camino que les permitiría recuperar la confianza de su electorado tradicional. CiU lo intenta ahora con la esperanza de ganar una mayoría cómoda en el Parlament y desvincularse de las impopulares medidas de ahorro y recortes en materia social que se ha visto obligado a tomar.
El PP que lidera Alicia Sánchez-Camacho tiene ante sí el reto de revalidar los buenos resultados de los últimos comicios y podría convertirse en la segunda fuerza gracias al declarado independentismo de CiU. El PP de Cataluña comienza la campaña con un mensaje de moderación y diálogo, y una oferta a los electores de sentido común y de realismo. Su mejor baza ahora es recordar permanentemente que quien vote a CiU lo hace a un partido que quiere romper España.
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